12.El camino entre los valles

Cristian no sabía qué decir, se quedó mirando a la criatura que estaba arrodillada frente a él, y se quedó asi por un buen tiempo mientras Fhrantz daba vueltas refunfuñando, finalmente le dió unos toques en el costado al sujeto con el cabo de la espada, y lo llamó lejos de Cristian, él sólo los veía hablar en la distancia, con palabras que el no podía entender. El perro se sentó a su lado y él se agachó para acariciarlo.
Al cabo de unos instantes, la charla pareció terminar, el sujeto de la cola de gato miró a Cristian le hizo una reverencia, y entonces se lanzó como haciendo un clavado hacia el suelo, y empezó a correr en sus cuatro extremidades, sin perder su forma humanizada, rápidamente su silueta se perdió en la lejanía, entonces Fhrantz se acercó al muchacho, y lo levantó con una señal de su espada.

-Alístate muchacho - dijo apresurando el paso hacia la cabaña - nos vamos de aquí -

- ¿A dónde? ¿ Por qué? - preguntó el muchacho tratando de alcanzarlo, el hombre caminaba más rápido de lo que Cristian hubiera imaginado.
-Utilicé magia para detener a ese Moël - dijo con un tono de preocupación - Me expuse demasiado para portegerte, si alguien sintió la magia, los hombres del Rey estarán aquí pronto, asi que nos vamos a las Montañas del norte, hogar de tu "guardian felino" - terminó sarcásticamente y refunfuñó de nuevo mientras entraba apresuradamente a la casita.
-¿Quién era él? ó más bien ¿Qué era él? - preguntó Cristian mientras se ponía los zapatos que había dejado en la cabaña.
- Es un Moël- dijo mientras empezaba a sacar sacos y bolsas de todas partes - Uno de los pueblos más antiguos de este reino, dícen que cuando nuestra raza era casi totalmente pura, y que hasta los castizos más criollos tenían magia en su sangre, los hermanos del rey huyeron con las felinas de los montes, feroces fieras poco amistosas, y que sus hijos fueron los primeros de los Moëli, un pueblo de híbridos, descendientes directos de los antiguos elfos, por mucho tiempo tuvieron buena fama de guardianes y de buenos cazadores, y médicos, pues heredaron de sus padres su lengua y su habilidad con las plantas, ahora los acusan de ser bandidos y los buscan-
Cristian permaneció en silencio mientras ayudaba a su compañero a empacar las ultimas moniciones y salieron como una tromba de la cabaña, en dirección a las montañas que se alzaban muy al norte de ese lugar.
Fhrantz rompió el silencio tras una hora o dos que le habían aprecio interminables a Cristian.
- Los Moëli saben mucho de magia y artificios, tal vez asi supieron de tu existencia, y te cuidaron, me preocupa que Jhoël u Oklant te descubrieran de la misma manera -
- Dá igual - contestó el muchacho - ya saben que existo, casi me atrapan -
Fhrantz lo miró con una expresión reprimente
- Tienes que tener mucho cuidado, tienes más enemigos que aliados, y los pocos que tienes no podrán cuidarte siempre, debes agradecer que el jefe de los Moëli te dará posada y resguardo en sus dominios -
-¿Por qué se preocupan tanto por mí? - preguntó Cristian con rebeldía - ¿Es por mi madre? ¿era ella tan buena con todos? -
- Sí! - contestó con energía Fhrantz mientras tomaba a Cristian de la quijada tratando de capturar su mirada, el muchacho se resistía - Mírame, no, Mirame! ... y no sólo por eso, sino por que eres el único que puede reclamar el trono y salvar este reino del agujero en el que está cayendo por culpa de ese hemófago -
-No me vana  dar el trono como si de un dulce se tratara - dijo Cristian soltándose y caminando de nuevo.
-No, pero te lo tendrán que dar, si el reino entero te considera más apto para la corona que Jhoël, o si libras las batallas adecuadas - dijo Fhrantz, mientras empezaba a subir la colina que tenían en frente, el terreno se hacía más elevado.
-Batallas??- preguntó Cristian asustado - yo no sé pelear -
- Aprenderás, no creerás que te llevaremos al castillo de Koltbàn mañana en la mañana ¿o si? - dijo Fhrantz con una sonrisa, mientras avanzaba - tendrás que prepararte primero -
En ese momento subían por la primera de las montañas que se atisbaban desde la cabaña, aunque Cristian esperaba estar muy lejos de ella, se sorprendio al volverse y ver hacia abajo y hacia el oriente la cabaña, y se dio cuenta que habían hecho un rodeo para subir la colina, entonces notó que lejos, donde el río se perdía de vista habían unos puntos negros que avanzaban velozmente hacia el valle como pájaros de una bandada, pero volaban muy bajo.
- Qué es eso? - preguntó Cristian
Fhrantz que había avanzado ya algunos metros, se volvió y atisbó en la distancia, entrecerrando los ojos, al cabo de unos minutos su expresión cambió.
- Hroken d'Aran - dijo y trotó hacia una saliente cercana
- ¿ Qué? -  preguntó Cristian que lo seguía, apresurado por las señas que el asustado hombre le hacía desde atrás de la roca.
- Caballeros del Rey - dijo mientras miraba los puntos que ahora cruzaban el río en un vado a un par de kilómetros de la desembocadura.- No deben vernos -
- ¿Van hacia la cabaña? -
- Es lo más probable - contestó Fhrantz con miedo en la voz - nunca se alejan tanto del pueblo, deben haberme descubierto, lo mejor será pasar la noche aquí, no podemos arriesgarnos a continuar con ellos pisándonos los talones - mientras decía eso empezó a acercar ramas y arbustos cercanos ahsta hacer una especie de corral al rededor de ellos, y luego acercó rocas, y entre ellas clavó ramas y extendió una manta que llevaba en la bolsa como techo, y la cubrió de hojas, todo relativamente rápido por lo que Cristian se daba cuenta que no era la primera vez que Fhrantz huía de esa forma, finalmente había camuflado un refugio lo suficientemente grande para ellos dos y el perro y luego sacó una esfera negra como la noche, pero con cierto parecido a la que Cristian había visto en casa de Shanti, sólo que esta se veía más grande, y más pesada. Frantz la puso adentro de la carpa y se dispuso a mirarla, Cristian también trataba de ver alguna forma en ella pero no tuvo éxito, tal vez era una esfera más compleja que la de Shanti, entonces asomó la cabeza por el medio de la sábana y la roca que los escondía y se dispuso a mirar.
Al cabo de unos minutos observó como los puntos, ya evidentemente hombres montados a caballo se acercaban a la cabaña y desmontaban, aunque no estaban tan cerca, Cristian se sorprendió de la buena vista que tenía, pues en la ciudad llena de casas y edificios y con un aire obviamente contaminado, pocas oportunidades hay de ver a esa distancia, aun asi Cristian tenía que esforzarse para ver los detalles, veía los hombres moverse, la gran mayoria vestian oscuro, o gris o negro, y se movían haciéndose señas, luego uno de ellos tomó algo, pero ¿qué era? ¿una rama? ¿ un bastón? entonces un pequeño destello reflejó la luz del sol poniente.
- Una espada! - dijo Cristian susurrando en voz alta
- Shhh! A callar! - alegó Fhrantz sin quitar la vista de la piedra - puede haber más de ellos cerca, y si no los hay los habrán luego de que se den cuenta que nos fuimos -
Cristian entonces se tapó la boca y siguió mirando, los hombres ya habían entrado, y dos habían salido moviendo agitadamente los brazos, en señal de disgusto, le dieron la vuelta a la cabaña y se alejaron del resto, de la cabaña salieron otros tres, más imponentes, al parecer más importantes, los del traje negro, y se dirigieron de forma imperiosa a los caballos, los  montaron y se dividieron en la lejanía excepto uno, que se giró antes en su caballo y lanzó algo hacia la cabaña, entonces se dió vuelta y cabalgó lejos.
Cristian apenas comprendía la situación cuando un destello azul y morado lo ensegueció por un segundo, cuando volvió a mirar una pequeña onda de color rojizo se levantaba desde donde había estado hace un segundo la cabaña y ahora solo había un despegue de escombros elevandose incluso más alto aun que la columna de humo verde que salía del terreno que en forma de círculo al rededor, cambiaba su color de verde a negro. Cristian miró aterrado, las tablas y las telas que volaban cerca de las nubes para volver a bajar varios minutos después.
Cuando el jóven metió la cabeza en la pequeña tienda, encontró a Fhrantz totalmente consternado, mirando al vacío y acariciando mecánicamente las orejas del perro.
-Ya pasó Kríëfón, ya pasó - decía cada vez que el animal levantaba la mirada hacia su amo.
Después de un par de horas, Fhrantz se calmó, sacó unos trozos de pan seco, le dió a Cristian y al perro, pero no comió él, y luego se acostaron en la hierba a dormir, esperando que la enorme roca que sobresalía tras ellos los pudiera cuidar hasta el amanecer.
Cristian tuvo un sueño intranquilo, hasta que derrepente sintió ruidos cerca y se incorporó rápidamente, Fhrantz ya estaba despierto, tendido en el piso y le hizo señas a Cristian para que hiciera lo mismo, el muchacho se acostó bocabajo y esperó.
El sonido se acercaba, eran evidentemente cascos de caballo subiendo por la pendiente, acercándose con amedrentante celeridad, pero así como llegaron se fueron, fuese quien fuese había pasado la roca de largo sin notar la presencia del muchacho, el hombre y el perro que también se encontraba agazapado contra el suelo.
Fhrantz entonces le hizo señas a Cristian para que levantara el campamento, cosa que hicieron rápidamente, y el muchacho entonces comenzó a seguir a Fhrantz que trataba de bajar de la colina por una escarpada pendiente de roca blanca, Cristian no se explicaba cómo podía ver tan claramente en la oscuridad pues no había amanecido aún y tampoco había luna, además hacia un frío entumecedor que le llegaba al muchacho hasta los huesos, descendieron por entre los peñascos al menos cincuenta metros y entonces Fhrantz empezó a subir a la colina siguiente de la pequeña cadena montañosa que, Cristian empezaba a notar, había detrás de la colina de la roca.

La subida de esta segunda colina no fue menos tortuosa que la bajada de la primera, sobre todo para el perro que tuvo que ser cargado en varias ocasiones y antes de llegar a la cima ya empezaban a salir los primeros rayos del sol, finalmente cuando el sol empezó a emerger al suroriente de la colina los cansados viajeros llegaron a una zona plana desde donde se podria subir a la cima fácilmente, a medida que iban avanzando veían cada vez más árboles hasta que se adentraron en un pequeño bosque en la parte más alta de la colina que resultaba ser más alta de lo que le había parecido a Cristian cuando empezó a subirla, finalmente llegaron a un corte abrupto del bosque donde la linea de arboles se dibujaban hacia adentro de la colina, y desde el cual empezaba un enorme paisaje verde que empezaba a descender hasta el valle detrás de la cadena montañosa. Cristian nunca había visto algo tan majestuoso, habia visto enormes montañas en su tierra, cuando iba de viaje con su familia, veía cómo las carreteras cruzaban terrenos increíbles pero nada comparado con ésto, se encontraban en una montaña a unos seiscientos metros del valle, en una cadena montañosa más o menos mediana, que hacía una línea diagonal hacia el norte y el occidente, para unirse finalmente con una línea de montañas más altas y más áridas y escarpadas, dónde el verde era poco y el color a roca predominaba, que recorría de oriente a occidente hasta donde alcanzaba la vista, hacia el oriente dónde el brillo del sol no permitía ver mucho, se veía un sendero que descendía desde, suponía Cristian, la colina de la roca hasta el valle en dirección a un caserío que apenas se dibujaba en la distancia, y en dónde seguramente los sujetos a caballo los estarían buscando.
- Ahí está nuestro destino - dijo Fhrantz interrumpiendo los pensamientos de Cristian
- ¿Ese caserío de allá? - preguntó
- No, ni en sueños debemos aparecernos en los pueblos de la zona - contestó Fhrantz tajantemente
- Entonces, ¿a dónde vamos? -
-Al hogar de los Moëli, las Montañas que separan Kunkmark de Krolmark, ésas de allí - finalizó señalando las altas formaciones rocosas que se veían al norte - Es un largo recorrido desde aquí, pero es más dificil que nos sigan el rastro así -
Comenzaron a descender las colinas, lo cual les resultó mucho más fácil q subirla,  y comenzaron a caminar sin descanso en dirección a las montañas que cada vez se elevaban más y más delante de ellos.
Aunque Cristian era un caminante nato, nunca había recorrido una distancia similar y las piernas le dolían constantemente, pero la imagen de los sujetos a caballo lo mantenía en Pie.
Cuando el Sol se tornó rojizo y se ponía detrás de las montañas de occidente Fhrantz habló de nuevo, cosa que agradeció Cristian.
- Tendremos que buscar refugio, nunca es bueno caminar de noche - dijo al tiempo que se acercaba a un grupo de árboles cercanos
Cristian sonrió con vehemencia y siguió al anciano que de nuevo empezaba a levantar un improvisado campamento, se sentó, se quitó los zapatos y fue a llenar la cantimplora que el anciano le había dado y que ahora se encontraba casi vacía, en un arroyo que serpenteaba cerca a los árboles. Cuando terminó metió los pies en el agua y se dejó caer de espaldas en la hierba, casi estaba dormido cuando oyó el murmullo de Fhrantz.
- Muchacho, ven aquí, pronto!-

lunes, 21 de junio de 2010 en 22:00 , 0 Comments

11. El Gato Montés

Fueron entonces los ladridos del perro los que hicieron que Cristian saliera de sus pensamientos.
El perro salió como un bólido detrás e algo que corrió rápidamente y se alejó de la cabaña a gran velocidad para alojarse en unas rocas al otro lado del río, cerca al lago, Fhrantz entonces, tomó un paquete largo y duro envuelto en sábanas que estaba recostado en una pared, y salió con el rostro sombrío detrás del animal, Cristian los siguió.

Comenzó a preguntarle a Fhrantz que ocurría pero una rápida mirada de desaprobación lo calló de inmediato, siguieron entonces al perro que se encontraba tremendamente alterado junto a als rocas y las rodeaba entre saltos y ladridos, entonces el ermitaño desenvolvió el paquete que había llevado y desenfundó de él una espada larga y brillante. Cristian, nunca en su vida había visto una espada, tal vez en una película o dos pero en la vida real el no había visto nunca armamento de este tipo, tal vez si fuera un experto en estas armas o se hubiera dedicado alguna vez a estudiar algo de ellas, se habría dado cuenta que la ornamentación de aquella espada la hacía digna de alguien con mucho estatus, pero él sólo veía una espada plateada de mango negro, con incrustaciones doradas y con algo escrito en simbolos raros en la hoja, la cual Fhrantz apuntaba directamente a una grieta de una de las rocas, mientras se acercaba lentamente, cuando le quedaban pocos centímetros para introducir la hoja de la espada en la ranura, un gato salió corriendo de ella, y se alejaba velozmente por la pradera, entonces Fhranzt se giró violentamente lo apuntó con la espada y gritó.
-Kölfeht! -
entonces un relámpago cegó a Cristian durante un segundo y cuando se volvió a mirar, el gato estaba quieto, como en animación suspendida, a unos cuantos centímetros del suelo, como si le hubeiran puesto pausa a un video mientras el gato saltaba, Fhrantz entonces se acercó al gato y lo miró detalladamente, el perro también se acercó nervioso por lo que no paraba de ladrar.
Cuando Cristian se acercó un poco más, lo reconoció.
-Hey, es el mismo gato que me ha estado siguiendo! -
Fhrantz lo miró desconcertado
- ¿Desde hace cuánto? -
- Desde la muerte de mi tía hace ya casi un año, me tropiezo con este gato seguido, pero me siguió hasta Katúrâ? -
- La pregunta no es cómo llegó a Katúrâ - dijo Fhrantz apuntando al gato de nuevo - La pregunta es cómo hizo para salir de ella y volver luego -
Entonces hubo otro destello de luz y el gato comenzó a cambiar, las orejas desaparecieron, y el hocico se transformó en una nariz,  le creció cabello en la cabeza mientras el resto de su rostro iba perdiendo el pelaje, empezó a crecer y a erguirse, hasta convertirse en una criatura con el rostro de uno de los hijos de los hombres, sostenido en dos piernas y con dos manos, vestido humildemente, pero con franjas en sus brazos y bigotes de gato en sus mejillas, una mirada penetrante que expresaba rebeldía y una cola felina que se meneaba amenazantemente detrás de él.
Mientras la sorpresa había hecho que Cristian se fuera de espaldas y que el perro dejara de ladrar, Fhrantz en cambio, había adoptado una postura incluso más amenazante que antes y ahora lo miraba como se mira a un enemigo potencial, y le inquirió de forma contundente que se identificara y que expusiera sus propósitos con Cristian que lo habial llevado a seguir al muchacho hasta el Íëzen.
El sujeto contestó con una voz dulce y al tiempo viril
- Mi nombre es Khristân "Kuntaure" hijo de Jhän "Herutaure", señor de los montes de Tulukbàn al norte de Haëdkríëk, y Aran del pueblo de los Moëli, mi gente vivió en paz en los montes escarpados, sin dannâr a nadê, pero el pueblo está diezmado, y los pueblos vecinos también los están, ellos dicen que nos protegen, pero yo los he visto, el ejército de Kroltôrâ, Krolmark! se está llevando a mi gente, y todo seguramente bajo las órdenes de Jhoël "Ekòthe" El enemigo de los libres -
En ese momento se le aguaron sus felinos ojos, y miró  a Fhrantz que bajó la espada
- ¿No deberías referirte a él como "Aran Jhoël Belvié"?* -
- No le desearía larga vidaa ese sujeto, ni por que fuese Aran verdadero, cosa que no és, sólo es una marioneta de Oklant "Belkothe"- entonces miró a Cristian y se inclinó mientras decía - El único rey y señor de estas tierras es aquí el jóven Cristian "Kunharnon", por eso he venido aquí, y lo he escoltado desde que mi pueblo vió su existencia a través de los espejos nénhele del norte, por que Belkothe lo desea más que el oro y la plata y sabe que su existencia es una amenaza a sus designios, asi que daría mi vida protegiéndolo, mi pueblo entero daría su vida por la suya señor, Los Moëli están a su servicio-

*Aran Jhoël Belvié(Larga vida al rey Jhoël en nuestra lengua)

domingo, 13 de junio de 2010 en 21:44 , 0 Comments

10. El Ermitaño del Íëzen

Cristian se mantenía en silencio, miraba perplejo la escena que no alcanzaba a entender en absoluto.

-¿Quién es usted? - logró musitar finalmente
- Me llamo Fhrantz - contestó el sujeto mirándolo de forma inquisidora, no aparentaba tener más de 30 años aunque sus ojos reflejaban una mirada que parecía de alguien mucho mayor.
- ¿Dónde estoy?, ¿Cómo llegué aquí? - comenzó a prguntar Cristan saliendo de su trance mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos.
- Bienvenido al valle del Íëzen - dijo Fhrantz - Disculpa mi "espaniol", no lo domino muy bien, de ¿dónde vienes? me refiero, sé en qué mundo hablan español, pero los humanos de allí no suelen tener la capacidad de cruzar el abismo que separan los mundos-
-¿Estoy acaso en Katúrâ?,¿Cómo sabe de dónde vengo? - preguntaba Cristian, notaba continuamente que estaba obteniendo más preguntas que respuestas
- Ven, cálmate, pasa  a mi cabaña, tal vez despejes más tu mente con un poco de té - dijo Fhrantz mientras se daba la vuelta y se dirigía a la cabaña que parecía ser la única construcción de todo el lugar.
Cristian no salía de su asombro, trataba de no aprpadear para no perderse ni un detalle, aunque todo le era conocido, pues se estaba dando cuenta que hacía pocos instantes había pintado la cabaña de Fhrantz en su estudio y ahora al parecer iba a entrar en ella, nada más ilógico!
Fhratz hizo seguir al muchacho, era una cabaña sencilla, había una pequeña mesa, una cocina en un rincón y una cama en el otro, una chimenea adornaba la unica pared que no tenía ventanas ni puertas y junto a la cual había un perro aparentemente dormido.
"Tengo que despertar" se decía Cristian a sí mismo "no puede ser real"
-¿Cómo llegué aquí? - preguntó nuevamente al desconocido
- No lo sé, no soy adivino, pero lo que sí sé es que no es la primera vez que lo haces- contesto Fhrantz mientras ponía una tetera en el fuego.
- Hacer qué - pregunto Cristian extrañado
- Venir aquí , te he visto de vez en cuando, aparecer y desaparecer, en la noche junto a esa parte del río - respondió mientras le mostraba a Cristian a través de la ventana un río que pasaba justo detrás de la cabaña  - Al parecer estás descubriendo algo que no sabías que podías hacer -
Cristian ene se momento recordó que antes tampoco sabía dibujar y ahora al parecer tambien podía viajar entre mundos a parte.
 La cara de Cristian palideció y al parecer Fhrantz lo notó por que enseguida le dijo
- Si quieres puedes dormir en el catre que esta allí, necesitas descansar, no acostumbro a tener visitas pero pues, parece que viniste a este valle por alguna razón -
Cristian agradeció las atenciones, y se acostó, mirando la lámpara de aceite que iluminaba la estancia, no había visto una de verdad nunca, al menos no tan cerca de él, sino en películas, y mientras pensaba que tal vez su vida misma era irreal se durmió.
Al día siguiente Cristian despertó algo más tranquilo, se levantó y miró a su al rededor, sobre la pequeña mesa había algo que no estaba seguro de qué era pero olía delicioso, no habían rastros del ermitaño, y la puerta estaba abierta, asi que Cristian se dispusoa comer mientras miraba el río por la ventana, cuando terminó, salió al exterior y una cálida brisa le dió los buenos días.
Cristian no podía creer lo que sus ojos veían, frente a él se extendía un valle inmenso todo cubierto de un verde brillante, con uno que otro árbol aquí y allá, y en el medio un lago inmenso en el que embocaba el río que pasaba detrás de la cabaña y desembocaba al otro lado un rio inmenso y caudaloso que bajaba en una cascada imponente, pero lo más imponente de aquella cascada, era que en medio de la caía, habían una enormes estatuas de al menos veinte metros de alto, vestidas como caballeros, y con las manos extendidas a los lados.
Fhantz entonces sorprendió a Cristian por la espalda
-¿Es una hermosa vista no crees? -
- Sí, lo es-
- ¿Qué tal noche pasaste?, ¿Desayunaste?
- Si señor, muchas gracias, no tenía que tomarse esas molestias-
-Es lo menos que puedo hacer por un muchacho con habilidades que aparece en mi valle-
- Perdón, no sé cómo llegué aquí - dijo Cristian acongojado
- No te preocupes por eso, más bien cuéntame de tu familia, no todos los Áfari tenemos habilidades como tú ,¿sabes?, y no creo que a los sujetos que dirigen el reino les agrade la idea de un muchacho mágico que viene y va de aquí para alla , debes tener cuidado -
- ¿Por qué trata de protegerme? - preguntó Cristian intimidado - hasta ahora las personas que saben de donde vengo si no me miran como un bicho raro me intentan matar -
- Justamente por eso - contestó Fhrantz - Te contaré algo, yo solía trabajar en el castillo de Koltbàn, aquí en Haëdkríëk, era el vidente de la reina Isil, pero desde su muerte las cosas han cambiado, no tuve más remedio que alejarme de todo, construir esta ermita y habitar aquí, ver lo que sucede a través de las aguas del lago, hasta que el lago te mostró a tí, y un par de semanas después, "Orêk",Apareciste por arte de magia en mi puerta, entonces, algo tendrás que ver conmigo, cuéntame, tu familia ¿ de qué Reino viene?, son del otro lado del mar, o de las islas del este -
- Pues  por lo que sé, eran de aquí - contestó Cristian
El ermitaño se rió
- Debes estar equivocado, los pocos Áfari de este reino con habilidades están en la casa real, y los conozco bien, no eres ninguno de ellos, ¿ Cómo se llama tu padre ?-
-Jonaz - contestó el muchacho algo intimidado
- No, no conozco a nadie con ese nombre, en serio chico, ¿ de dónde vienes? -
- Pues, mi tía Shanti me dijo que mi madre venía de este lugar -
Fhrantz palideció, y se dejó caer bruscamente en el pasto, con una expresión de sorpresa y de miedo.
- ¿Qué pasa? - preguntó Cristian mientras se lanzaba a ayudar al hombre a levanatrse
- ¿C-co -Cómo se llama tu madre? - tartamudeó
- Shaylan, Shaylan Onccor, ¿la conocías? -
Fhrantz se dejó caer de nuevo y rompió en llanto
- Mi niña, mi dulce niña... - balbuceaba entre lágrimas, entonces levantó los ojos y miró a Cristian
 -¿Cómo está ella?, ¿está bien?-
- Mi madre murió cuando yo tenía unos dos años - contestó Cristian acongojado - La casa en la que vivíamos se quemó -
Fhrantz miro hacia el suelo y arracó un puñado de pasto mientras refunfuñaba
-Esos malditos!-
- Tú, ¿ Conocías a mi madre? ¿ sabes quién lo hizo?-
- Quiénes más si no los Montesori, debí haber sospechado que ellos estaban también detrás de todo esto. Mi pobre niña. Pero alcanzóa  escapar! - luego la expresiond e su rostro cambió y una sombra de preocupación oscureció sus ojos - Debes tener cuidado, ¿cómo llegaste aquí?, ¿Dónde se ocultaba tu madre?, Shanti, ¿ Le hicieron algo a ella también? -
Cristian no sabía qué responder, se suponía que el de las dudas era él! no el sujeto que al parecer le iba a explicar todo, lo levantó, entraron en la cabaña y ahí Cristian se dispuso a contarle todo lo que había vivido en los últimos meses.
-Tú, cómo conociste a mi madre? - preguntó el muchacho inquieto
-Ella era como mi hija en el castillo, ella con sus pinturas y Shanti, siempre en mi taller, aprendiendo, eran la luz de mis ojos -
- ¿Ellas vivían en el castillo de Koltbàn? - preguntó Cristian entusiasmado
-Claro que si! - contesto Fhrantz - Ellas eran las princesas de Haëdkríëk, de hecho Shaylan sería reina en este momento si no hubiera huido, y no la hubieran asesinado! -
Cristian estaba anonadado, finalmente preguntó
- ¿Huyó cuandoiba a ser Reina? -
-No, ellas desaparecieron antes, poco antes de la muerte del Rey Louíëz, a los 3 años murió la Reina Isil, y al trono subió su primo Jhoël Onccor, pero desde entonces el Reino está decayendo -
- ¿ Por qué? -  preguntó Cristian  intrigado
- Porque su consejero de cabecera es nadie más que Oklant Montesori - dijo con rabia - te apuetso a que lo está envenenando y hará lo mismo con su hijo Hrobrekt, esa alimaña no descansará hasta haber matado a todos los Onccor! y ahora tienen a mi Shanti -
De nuevo rompió en llanto, lloró durante unos minutos y se detuvo de repente, levanto la mirada y miró a Cristian con una expresion que no hizo más que intimidar al muchacho.
-Tú! - dijo exaltado
-¿Yo qué? - preguntó Cristian echándose un poco hacia atrás con temos
- Tú eres el legítimo heredero del trono de Haëdkríëk!! -
Aunque por lógica hubiera podido deducir eso desde el principio, no lo había pensado hasta ese momento, y todo tenía sentido, por eso lo perseguían a él también. La congestión de ideas en la mente de Cristian no se hizo esperar, aunque el ermitaño gritaba yreía y bailaba con el perro, Cristian apenas lo notaba, su mente estaba funcionando a toda su capacidad y apenas si eprcibía lo que pasaba a su alrededor, en ese momento, por más humilde que fuera la cabaña, le parecía ostentosa, por la forma en que el Ermitaño ahora lo miraba, y Cristian sólo quería estar en su cuarto, con Darío y el pequeño Juan.

domingo, 30 de mayo de 2010 en 22:22 , 0 Comments

9. El Escape

los muchachos se miraban entre ellos con nerviosismo mientras Amalia hablaba de lo inútil que le parecía aquél cuadro.
- Ganas de desperdiciar pintura - decía - mientras que a veces pintaba de una forma tan espectacular esos parajes y ciudades de antaño, a veces también derrochaba su talento en algo tan inútil como un buzón-
- Tal vez para tí sea inútil y sin sentido pero puede que para ella tuviera mucho significado - le respondió Darío al notar la cara de Cristian mezcla entre enojo y decepción de su abuela.
- Nunca llegaremos a entender el pensamiento de un artista - añadió Leonardo- tal vez el único que puede darle un significado aprozimado es Cristian, al fin y al cabo él también pinta, ¿cierto Cristian?, ¿Cristian?
El muchacho reaccionó volviendo en sus pensamientos.
-¿Ehh?  ahh si -
La mujer se enfrascó entonces en una discusión con leonardo de la que Cristian apenas si se daba cuenta, Cristian se había distraído un segundo antes al darse cuenta que un sujeto los miraba desde el otro lado de la galería fijamente, fuera quien fuera no le daba muy buena espina. El sujeto vestía un traje de corbata negro, camisa blanca y tenía el cabello peinado con gel, echado todo hacia atrás, había girado bruscamente hacia los cuadros cuando se dió cuenta que Cristian había percibido su presencia, se empezaba a poner nervioso y jugueteaba con sus dedos, una razón más para desconfiar de aquél sujeto, ahora miraba un grupo de niños que entraban a la galería, parecía una visita de un jardín infantil, Cristian no pudo evitar pensar para sí mismo: "Vaya, mi madre realmente trascendió de alguna manera". Giró para ver al sujeto el cual ya no estaba. Codeó a Andy.
-¿Qué?- musitó Andy el cual también se había incluido en la discusión de arte de Leonardo y Amalia.
- El de corbata - respondió Cristian buscando al sujeto con la mirada - creo que nos está vigilando, y ya no está-
- ¿Cuál? - preguntó Andy - ¿Ese? - y señaló al hombre que estaba un par de metros más cerca, pero cubierto por una de las mujeres que llevaba a los niños.
- Sí, ése!! - contestó Cristian poniendo pies en polvorosa - ¡Vámomos! Rápido -

Darío los había estado oyendo, y miró a Cristian con una expresion inquisitiva, el muchacho no tenía tiempo de respodner preguntas, una fea sensación se apoderaba de él, era miedo, auténtico miedo, Se alejó rápidamente y de forma más o menos disimulada, Andy y Darío lo siguieron al mismo paso, Darío llevando al pequeño Juan en brazos, Amalia y Leonardo seguían discutiendo y los seguían a paso lento, absortos en lo propio y sin la menor idea de lo que ocurría al rededor, el sujeto de aspecto sospechoso también tomó la misma dirección de ellos, lo cual alertó a Cristian por lo que comenzó a trotar levemente hacia la salia, el suejto entonces hizo lo mismo pero tropezó con uno de los niños que visitaban la galería, entonces sacó un radio y habló.

- Fásten, oíëhrunzh! - dijo mientras empujaba al niño fuera de su camino.
Cristian no pudo entender lo que dijo, pero la actitud del hombre bastaba para saber que alertaba a más sujetos, y que claramente iba tras ellos. De inmediato salió corriendo de la galería, los demás hicieron lo mismo, Leonardo y Amalia dándose rápidamente cuenta de la tentativa de escape se unieron aunque no entendían muy bien por qué, aunque en el fondo, Leonardo lo intuía. La anciana comenzaba a quedarse atrás, y Darío le entrego a Juan a Cristian jutno con las llaves del auto y regresó por la mujer, que venía jadeante sostenida de Leonardo, Andy entonces señaó a su izquierda, de la casa salían al menos unos tres hombres con el mismo aspecto del primero, y se preparaban apra encerrarlos.
El escape fué difícil, corrieron hasta la entrada del conjunto donde no veían ningun guardia y siguieron la carrera, estaban dejando atrás a los sujetos que les perseguían, Andy y Cristian cruzaron la calle apresuradamente, y se giraron para apurar a los demas que seguían rezagados, esta vez Darío había tenido que hacer uso de su fuerza y cargar a Amalia en brazos hasta la puerta, en ese momento el semáforo cambió y los autos bloquearon el escape de los familiares de Cristian y de Leonardo, el cual no hacía más que hacerles señas a Andy y a Cristian para que se fueran y los dejaran atrás, acción que los muchachos se negaban a hacer, hasta que vieron cómo los hombres que los eprseguían se acercaban rápidamente a la puerta de entrada y otros más salían prácticamente de la nada a hacerles la encrucijada a los dos muchachos que habían cruzado la calle.
Era entonces momento de desiciones rápidas y acertivas, aunque era evidente que Darío, Amalia y Leonardo estaban totalmente arrinconados, los dos muchahcos podían escapar aun, los segundos pasaban lentos en comparación con la tormenta de ideas que asaltaban a Cristian en ese momento, podía huír, al fin y al cabo lo estaban buscando a él, podían perfectamente dejar ir a sus amigos a su tío y a su abuela, por otra parte, no sabía qué tan inhumanos podrían ser aquellos sujetos, ¿ Secuestrarían a sus conocidos? ¿ Harían un intercambio? ¿ellos por él?, podrían chantajearlo  fácilmente, Cristian estaba a punto de quedarse, y afrontar a todos los sujetos, cuando se dio cuenta lo que Darío le estaba tratando de decir, entonces miró sus propios brazos, ahí estaba un muy confundido Juan, un  nño que apenas entendía que algo malo apsaba, con una expresión que auguraba un no muy tardío llanto, entonces corrió, y corrió más rápido de lo que nunca había corrido jamás, no lo hacía por abandonar a sus amigos, tampoco por salvar su propio pellejo, Juan era lo único en lo que pensaba entonces, era lo único que quedaba además de recuerdos, de lo que Diana fuera tiempo antes, si no podía salvar eso, no podría considerarse digno de seguir viviendo. Mientras pensaba en todo esto, sentía que los sujetos lo perseguían: - debieron ya haber cogido a sus familiares e incluso a Andy, y ya vienen por mí - pensaba él mientras seguía corriendo hasta el parqueadero donde Darío había dejado el auto, entonces la vió, o la sintió mejor dicho, poco después la empezóa  ver, Cristian corría en andenes de cuadras excesivamente largas, condominios de casas pegados unos a otros, al menos un kilómetro cada cuadra, una pared a su derecha y árboles y calle a su izquierda, y en los árboles "eso", lo podía sentir y de vez en cuando lo podía ver, era una sombra, rápida y sinuosa que brincaba de rama en rama a una velocidad impresionante, perseguía a Cristian, y lo iba a alcanzar si este no hacía algo, entonces, Cristian vió la bahía y ahí a unos doscientos metros el auto azul de Darío, corrió entonces a más velocidad todavía, sentía que podría ahber ganado cualqueir competencia de velocidad, y luego sintió qeu incluso le iba a ser dificil parar, abrazó a Juan que comenzaba a llorar en ese instante y se dejó ir de lado para chocar contra el costado del auto, sacó las llaves rápidamente y cuando las introdujo en la cerradura, lo alcanzó, y lo tomó por detrás.
- Rápido Cristian, nos siguen de cerca -
Era Andy!! un jadeante y sudoroso Andy venía detrás de él, se subieron entocnes al auto y arrancaron.
Cuando llegaron a la casa de Cristian, este se echó a llorar, no sabía qué respodnerle a juan que todo el camino había preguntado el paradero de su padre, se detuvieron cinco minutos frente al porche de la casa, en un silencio roto solo por el sollozo de Cristian, cuando se calmó entraron, Andy fue el primero en gritar, seguido de Juan, ahí estaban Darío y Amalia tomando café con Leonardo, el cual estaba preso de los nervios y un par de policías sentados, al parecer, justo antes de ser alcanzados, Amalia hizo lo más razonable que haría una señora a quien persiguen y que se ve obstaculizada por un semáforo en verde: Tomó un taxi, y de esa forma habían escapado de sus perseguidores, habían ido a casa, ansiosos de que Cristian y Andy pudieran haber escapado también, no sin antes pasar por una estación de policía e informar lo sucedido.
Aunque Cristian estaba totalmente agradecido con la vida, y con la inteligencia de Amalia estaba algo inexpresivo, se levantó, y se marchóa  su estudio, de donde sacó uno de los primeros cuadros que había hecho en el curso de pintura y se puso a retocarlo, era un paisaje, y en últimas pintó una cabañita de madera en medio de aquél valle, la terminó, se quedó mirandolo, y volvió a romper en llanto, esta vez de una forma un poco atacada, hasta que escuchó de nuevo la voz.
- Concéntrate, concéntrate -
-¿Que me concentre en qué? - gritó Cristian con rabia sin levantar la mirada, la voz respondió, esta vez detrás suyo:
-Bien, ahora, cuéntame, qué te  pasa muchacho? -
Cristian se dió la vuelta y seencontró entonces con un sujeto alto y moreno, con una cabellera que le caia en cola un poco más abajo de los hombros y que se levantaba de la orilla del lago, el cual estaba algo agitado por la inmensa caída de agua que tenía al otro extremo.

lunes, 19 de abril de 2010 en 21:21 , 0 Comments

8.La Galería Onccor

La puerta del estudio se abrió y apareció la silueta de Darío con una taza en la mano, estaba inusualmente oscuro, entonces Cristian se dio cuenta que la luz estaba apagada y que había anochecido por completo, dedujo entonces que se había vuelto a quedar dormido en el taburete de pintar, no le gustaba esa nueva manía suya, el taburete no era algo así como muy cómodo que digamos, como para que Cristian se estuviera durmiendo ahí cada nada.
Darío se sentó en el taburete de al lado, y le ofreció la tasa humeante, era café, muy cargado
- Te estaba buscando, no te había visto aquí sentado, ¿qué hacías? -
- Pensando, solamente - contestó el muchacho apesadumbrado
- ¿Por qué tan pensativo últimamente? - Inquirió Darío tratando de ser amable
- Muchas cosas, mi familia, mis amigos, todo - dijo Cristian mientras se trataba de enderezar, la espalda le dolía terriblemente.
- Cálmate, ya verás que todo pasará, por ahora vé y trata de descansar, creo que cometí un error al traerte café, deberías dormir - dijo Darío con un aire más paternal todavía, se notaba que hacía un gran esfuerzo el pobre hombre, no le estaba tocando fácil
- Sí, creo que será lo mejor - respondió Cristian mientras se levantaba y entrecerraba los ojos para que la luz no le molestara. - Gracias -  dijo finalmente con una cara que expresaba el enorme cariño que le había cogido a Darío. Subió las escaleras y entró en la habitación, se sentía muy cansado para ver por donde estaba caminando así que casi se tropieza con su ventana que estaba abierta, la cerró, y miró la calle, estaba desierta y fría, era un día nublado así que no podía ver el cielo, se alegró entonces de tener su retrato de la luna, el cual había colocado sobre su cama, si no podía ver el sol en las mañanas al menos podría ver la luna al despertar, se cambió de ropa y se metió entre las cobijas, le parecían más pesadas de lo normal, se quedó mirando el retrato de la luna, tan apacible, con cientos de estrellas titilando a su alrededor, parecía que bailaran con la suave melodía de la brisa que pasa por los árboles, y entonces, la escuchó, sabía que había oído eso alguna vez, de la misma voz, pero no recordaba dónde, parecía no haber sido hace mucho,¿ era la voz de Leonardo?no, ¿la de Andy? no, por supuesto que no, sonaba mucho más madura, pero ¿qué decía?
no lograba entenderlo, aguzó el oído, la voz repetía la misma palabra con un tono muy bajo, casi arrullador...
- Concéntrate ... concéntrate... -
Cristian giró hacia la voz, la luna no era suficiente para iluminar la escena, menos ahora que estaba siendo cubierta por nubes, Cristian pensaba
- Momento , ¿habían nubes en mi cuadro? - no tenía tiempo para detalles así, necesitaba saber de quién era la voz que oía, estiró la mano para palpar delante de el en caso de aproximarse a un árbol o algo con lo que se pudiera estrellar, y de inmediato sintió cómo sus dedos se hundieron en algo peludo.
¡¡Buuum!! Cristian se echó hacia atrás rápidamente y se cayó de su cama, estaba tendido en el suelo, estaba empapado en sudor, y el corazón le latía rápidamente, se encontraba pensando en qué espantosa pesadilla, y en que en su mano aun sentía el tacto de algo peludo y tibio, cuando se fue a levantar para acostarse en su cama nuevamente, escuchó el rozar de las sábanas, había algo encima de su cama, ¡y se estaba moviendo!, el corazón se le volvió a acelerar, aguzó el oído mientras miraba bajo su cama algo que le pudiera ser útil, encontró un viejo equipo de golf que le habían regalado de pequeño y de ahí tomó un bastón, se preparó psicológicamente y se levantó de golpe para enfrentar a...

-¿El gato? - dijo Cristian en voz alta, el minino se limitó a torcer algo la cabeza y mover la cola haciendo una S con ella, sus ojos seguían fijos en el muchacho que mantenía el bastón de golf en alto. Seguramente se había metido por la ventana y se había quedado con él hasta ese momento, aun así no le inspiraba mucha confianza a Cristian y tras abrir la ventana y manotear mucho, logró que el gato saltara desde el alféizar , aunque lo hizo de la forma más calmada posible, tan imponente como sólo un gato puede serlo, parecía más sedición de el minino marcharse por su propia cuenta que hacerlo por el alboroto que el muchacho estaba haciendo en su honor.

Cristian no pudo volver a dormir, así que tomó el libro de su tía y se dedicó a leer, leyó sobre historias, guerras, alianzas y criaturas que rondaban todo el territorio del reino de donde venía su familia, le gustó mucho una historia en especial, hablaba de una guerra en la que lucharon centauros, parecía más un cuento de hadas que una historia real, pero eso no impedía que Cristian fantaseara con centauros recorriendo una pradera, siempre le habían llamado la atención, y si existían en alguna parte le gustaría mucho verlos. Cristian entonces se levantó de la cama, bajó las escaleras sigilosamente hasta el estudio de pintura y dibujó un centauro, lo pintó con sus patas y su lomo café y su torso blanco, el cabello negro que le caía hasta los hombros y una barba ligera que le cubría el mentón, se veía imponente, mientras le daba los últimos toques a la escena, el sol salió e iluminó la estancia.
Cristian entonces se arregló y salió sólo a la casa de su abuela.
Habló con ella mucho rato, le inspiraba más confianza el hecho de que ese día no llevaba puesto el dichoso medallón, pero aun asi no podía estar seguro de que no estaban oyendo lo que hablaban, claro que hablaron de muchas cosas, variadas y diversas, hasta que entre una chanza y otra Amalia mencionó a los Montesori.
- He oído que andas pintando últimamente -
- Algo,¿ Darío te contó? - preguntó el muchacho
- Sí, el es un gran fan de tu arte, deberías llevarlo a la galería de tu madre, sé que pasarían un buen rato -
- ¿No era acaso una colección privada? - preguntó el muchacho
- Por lo que sé, Andrés, el hijo de Orlando exhibe la colección en su galería, en la que solía ser tu casa, algunos fines de semana, deberías averiguar si abren el próximo e ir - dijo Amalia - En cualquier caso me gustaría ir a mi también, no he visto esos cuadros en diecisiete años.
Las cosas estaban dichas, Cristian entonces habló con sus amigos y por más familiar que pareciera el viaje lo acompañaron, podrían ser algo incrédulos aun, incluso más que el mismo Cristian pero no podían dejar que su amigo visitara solo, o al menos solo con Darío y Amalia la casa de los Montesori, asi que cuando llegó el día fueron todos, llegaron a la casa poco después de las dos de la tarde, Darío llevó al pequeño Juan, y Amalia fue, luciendo de nuevo su medallón. Aunque Cristian no recordaba mucho de su vieja casa, le produjo algo de incomodidad verla de nuevo, aunque estaba reconstruida y más grande que las demás y tenía una parte atrás de la galería en obra, la entrada estaba marcada con una enorme M, como la del anillo que llevaba el sujeto de la visión de la bola de cristal en la casa de Shanti, la habitación no era muy grande pero si lo suficiente como para tener que dar dos pasos entre un cuadro y otro, y habían al menos 10 cuadros con la firma Onccor en el lado inferior, todos tenían algo que Cristian reconocía de sus propias pinturas, era una forma indescriptible de realismo, aunque claramente pintados, los cuadros parecían tener vida propia, habían un paisaje de colinas, una ciudad construida sobre una isla, una calle rodeada de palmeras,frente al cual Amalia dijo que le parecía una calle ejemplar para cualquier ciudad, habían pintado también un monumento repleto de estatuas que sostenían un asta bandera y otro tenía un caballo blanco muy hermoso, habían barcos, casas y toda clase de cosas en esas pinturas, finalmente llegaron al final de la Galería y los tres muchachos se quedaron atónitos, no era la primera vez que veían ese cuadro, era un cuadro vertical, de fondo azul, y un buzón en el primer plano. No era posible que fuera un duplicado o una réplica, tenía que ser el mismo cuadro que había desaparecido de la casa de Shanti

miércoles, 14 de abril de 2010 en 21:22 , 0 Comments

7. Los Montesori

La familia Montesori es una de las familias más antiguas conocidas en la historia de los mundos, refiriéndose su nombre incluso a textos élficos que datan de la tercera era, su llegada a Káturâ fue al rededor del año 4372 DT año en el que se instalaron en el reino de Fríëkríëk del cual fueron expulsados mil años después con lo que llegaron a Haëdkríëk, hoy en día es una de las familias más influyentes de Kunkmark estando instalados en koltbàn, en una mansión aledaña al castillo real, el cual frecuentan a menudo. Su lazo con el vampirismo los ha tenido bastante limitados en asuntos políticos aunque se han establecido como una de las familias más adineradas de todo el reino, actualmente parte de la familia vive en el mundo humano de Atlantâ donde también tienen reconocimiento social Amplio."

- ¿Montesori? - dijo Andy - me suena de alguna parte -
- Claro que te suena - contestó LAonardo - ¿no es acaso el apellido del que está construyendo ese centro comercial en Usaquén? ¿ Cómo se llama? ¿Orlando Montesori?-
- Si!, sabía que me sonaba de alguna parte - contestó Andy - mi papá está diseñando para el una parte de su casa que quiere ampliar, ese sujeto gana muchísimo dinero -
- ¿Sabes dónde vive? - inquirió Cristian
- Sí, vive en un condominio de casas, al norte de la ciudad, en Santa Bárbara cerca de la Avenida Caracas - contestó Andy

Cristian se dejó caer en el pasto con un suspiro de desilusión

- ¿Qué sucede? - preguntó Leonardo
- Ahí vivían mis padres - contestó Cristian apesadumbrado - creo, o al menos vivían en esa zona, pero creo que ese era el nombre del que compró la casa tras el incendio, mi abuela manejó todo ese papeleo...Mi Abuela!!! -

El camino no fue fácil, mucho menos para Leonardo y Andy que tuvieron que seguir a un muy apresurado Cristian por unos diez minutos, hasta que llegaron a la estación de bus.

- Coño! ¿qué rayos te pasa? - preguntó Leonardo mientras recuperaba el aliento.
- Mi abuela, hizo todos los negocios de la casa - contestó Cristian - si esos malditos querían un lazo con mi familia, la primera persona en riesgo es ella -
- ¿Aún tienes la carta que tu tía le envió? - Preguntó Andy
- Si, búscala en mi maleta, ahí está, ¿ por qué? -
- Déjamelo a mi - respondió Andy - creo recordar algo -

En ese instante el autobús llegó, y los muchachos se subieron y se sentaron, Andy ensimismado en el pedazo de papel que había sacado de la maleta de Cristian hasta que exclamó

-Aquí está!- Mira
"...quiero saber qué ha pasado de nuevo! ¿Cómo sigues de tu pierna?, ¿has vuelto a hablar con Orlando? quiero saberlo todo con detalles..."

- Le está preguntando por un Orlando - dijo Andy - ¿será el mismo? -
- Vamos a averiguarlo - dijo Cristian con una expresión de preocupación en su rostro

al poco rato llegaron al conjunto en el que vivía Amalia y entraron apresuradamente, la mujer les abrió la puerta con asombro, Cristian casi ni la saludó.

- Abuela, ¿tu qué sabes del negocio de la casa de mis padres?- preguntó con prisa
- No mucho, lo compró un sujeto con el que salí un tiempo - contestó ella - pero resultó ser casado y con hijos, ahora está muerto, y la casa la tienen su esposa y su hijo -
- ¿Cómo era su nombre? - Preguntó Cristian
- Orlando , Orlando Montesori - dijo ella con aire pensativo - ¿Encontraste a tu tía? ella solía hacer esas mismas preguntas -
- Si, pero qué saben ellos de tí, de mí de todos, ¿los conociste mucho? - siguió interrogando el muchacho
- ¿Quienes? - Dijo ella intrigada
- Los Montesori! - contestaron los tres muchachos al unísono.
- No, sólo con Orlando, eramos buenos amigos, de hecho él me regaló esto - dijo la anciana mientras tomaba en su mano el medallón que llevaba colgado y que mantenía su ojo abierto.
- ¿ Y sabes de qué murió? - preguntó Cristian con una aparente señal de preocupación en su rostro
- No, sólo sé que murió hace varios años ya, su fortuna la heredó su esposa, Blanca o Bianca, no recuerdo su nombre, y su hijo, Andrés Montesori -
- Gracias Abuela, sólo eso quería saber - dijo Cristian mientras les hacía un ademán a sus amigos para irse.

Se despidieron y salieron del apartamento pensativos, los muchachos dejaron a Cristian en su casa y se fueron a las propias, Cristian se quedó en el vestíbulo unos instantes, pensando, la voz de Darío interrumpió su trance.

- Te llegó una carta - Dijo Darío asomándose por la puerta - ¿ Quién es Carolina?, ¿alguna amiga de la que no me hayas hablado aún?-
- No, parientes que comienzan a aparecer, es la hermana de mi madre, ¿ Dónde está la carta ?-
- La dejé en la cocina, pero ven, necesito tu ayuda con unas cosas en el despacho, ¿podrías ayudarme? -

Cristian fue al despacho de Darío el cual estaba en el primer piso, y era donde mantenía todos sus libros y los diplomas que había conseguido, además de múltiples retratos de Diana, generalmente sólo estaba el escritorio y algunas repisas en las paredes además de un archivador en un rincón. La puerta estaba cerrada, Darío la abrió y entraron, todo parecía normal excepto que en lugar del escritorio había una mesa llena de pinturas y e el otro extremo estaba el caballete de Cristian y junto había otro caballete al menos el doble de grande que el primero, Cristian no lo entendía en un principio, y al parecer su cara lo expresaba claramente por que Darío dijo:
- Es tuyo, creo que ahora lo necesitarás más que yo, además conseguí lienzos de verdad y no los de juguete que tenías - dijo mientras sacaba del archivador un rollo de lienzos de al menos dos metros por uno de alto - Y pinturas, no te alcanzarán las que tenías -

Cristian no salía de su estupefacción, parecía un sueño, en medio de una pesadilla, ahora tenía su propio estudio de pintura, no pudo evitar que se le escurrieran las lágrimas por las mejillas mientras pensaba lo feliz que hubiera estado Diana de haber visto el estudio en el que se encontraba. No paraba de darle las gracias a Darío mientras exploraba todo, los cajones ahora estaban llenos de pinceles grandes y pequeños, chatos, gruesos, delgados, redondos, de colores, espátulas y cientos de cosas que el sólo había visto en televisión, todo debió haberle costado a Darío una fortuna!
El teléfono sonó ene se momento entonces Darío salió a atenderlo, mientras Cristian se sentaba en el taburete más grande y acomodaba un lienzo en el caballete, sacó las pinturas, el pincel y se dispuso a pintar, comenzó con un azul celeste, y poco a poco empezó a dibujar en el la silueta de una meseta que cortaba con el cielo, y en medio de la meseta una enorme caída de agua que bajaba hasta donde el lienzo llegaba, llenó las partes secas de la meseta con árboles del verde más bonito que encontró entre sus pinturas nuevas.

Pintando el cuadro se oscureció, así que se levantó admiró su obra y se fue a dormir, con una sonrisa en la cara que no podría describir con palabras, pocas veces Cristian se había sentido tan satisfecho de sí mismo, de la vida, de todo en General, iba pensando en un nuevo cuadro mientras subía las escaleras y entraba en su habitación, hasta que vio unos ojos amarillos que lo miraban fijamente desde el otro extremo de la habitación, Cristian se congeló en su sitio, tardó unos instantes en darse cuenta que no se trataba mas que del gato que había visto el otro día, que lo miraba burlonamente desde el otro lado del cristal de la ventana.

- Shú, largo! - musitó Cristian haciendo ademanes con las manos mientras se acercaba a la ventana, el gato no se movió, de hecho parecía que lo mirara con más insistencia que antes.
Cristian no era alguien fácil de impresionar, pero en casos como ese, pensaba él, no valía la pena dormirse con un par de ojos felinos mirándolo fijamente, así que como cosa rara, cerró las persianas, cosa que no le agradaba en absoluto, pues no había algo que disfrutara más que despertarse con los primeros rayos de sol que entraban por la ventana y le iluminaban la cara cada mañana, así que muy a su pesar, el día siguiente no despertó de esa manera, así que se despertó un poco más tarde, algo apresurado, pues tenía planeado ir con sus amigos a visitar a Shanti, tenía muchas preguntas que contestar, pues cada vez que Cristian pensaba en todo lo que había pasado los últimos días, su mente se volvía un atolladero de ideas que sinceramente no iban para ninguna parte.
Se bañó, se arregló, y bajo las escaleras, desde hacía rato sentía el olor a huevos fritos con tocino que la empleada llevaba cocinando desde que el resto de la familia se levantó.
Cuando entró a la cocina no notó el pequeño sobre amarillo que estaba sobre el mesón, pero sí lo notó cuando ya iba de salida, así que lo tomó apresuradamente, para leerlo en el camino.
Lo volvió a recordar poco antes de llegar a Chía, pero en lo personal, le parecía mejor, ya que con sus amigos al lado, sentía que podía soportar más noticias inesperadas como las que llevaba recibiendo desde la muerte de Diana.

Sacó el sobre, se aclaró la garganta y se dispuso a leer en voz alta:
" Querido Cristian
Me temo que nada es como antes, por algún motivo "ellos" supieron dónde estoy, la gente del pueblo dice que sujetos extraños me andan preguntando, así que temo que no dispongo de mucho tiempo, trataré de salir de aquí lo más pronto posible, a más tardar mañana en la tarde, y te enviaré una carta informándote dónde estoy, sé precavido, me temo que si me pudieron rastrear a mí, te puedan rastrear a mí, o peor aún, que te hayan usado a ti para encontrarme, en todo caso, eres tú el que debe cuidarse más, no te preocupes por mí, ya he escapado de ellos antes, podré hacerlo una vez más, recuerda que te quiero, y que cuentas siempre conmigo, así no esté cerca a ti, como ya te he dicho, se acercan tiempos difíciles, te envío un abrazo a ti ya tus amigos, Leonardo que desde el principio me mostró un aura inquisitiva, sería un gran vidente si consigue un buen maestro y Andy, valiente y capaz, Tulukno está con él, te dejo en sus manos, conserva también el libro que te dí, será tu guía desde ahora.
Te quiere
Carolina"


Los muchachos se miraron desconcertados, era muy lógico que si habían encontrado a Shanti, también habían encontrado a Cristian, Andy fue el que postuló la idea.
-Fue ese medallón, lo sé, lo vi parpadear - dijo con energía
- El de mi abuela? - pregunto Cristian
- Sí! es muy coincidencial no? una familia de vampiros habla con tu abuela le da un medallón que tiene u ojo, que curiosamente parpadeó cuando leías la carta de tu tía con la dirección y zas! la encuentran - respondió Andy con furia - Se cae de su peso, tu Abuela ha sido el chivo expiatorio de los Montesori durante todos estos años y están consiguiendo lo que buscaban -

Leonardo y Cristian se miraron con cara de pensar lo mismo que Andy.
Al poco tiempo, llegaron a la casita de Shanti, desde lejos ya se veía diferente, tenía las ventanas abiertas y las botellas que antes colgaban del techo ahora estaban en el suelo, cuando se acercaron más notaron que la puerta estaba abierta, asi que entraron apresuradamente.
La casa estaba completamente desordenada, la estatua estaba caída, y la bola de cristal rota en el piso, las sillas estaban regadas aquí y allá y parecía que hubiera habido una lucha en ese lugar, además, faltaban los cuadros de la pared.
Los muchachos temían lo peor.

Entraron en la habitación, y encontraron los cajones abiertos y su contenido revuelto, como si estuvieran buscando algo, pero la presencia de la ropa les informó a los muchachos lo que más temían.

-Parece que llegaron antes que nosotros - dijo Leonardo - y antes que ella se fuera -

En ese instante sonó un golpe afuera, y los muchachos se agruparon mirando hacia la puerta y Andy la empujó, todo aprecia en orden, cuando de nuevo el sonido los hizo dar un brinco, esta vez venía de afuera, salieron sigilosamente, y lo vieron, era un gato, un simple gato gris, Cristian sin embargo avanzó hacia él, el gato salió huyendo.

- ¿Qué sucede? - preguntó Leonardo
- Es sólo, ese gato - dijo Cristian - se parece a uno que ha estado por mi casa las últimas noches -
- Yo de ti no me fiaría - dijo Andy
- Yo tampoco - agregó Leonardo - con todas las cosas que hemos visto y oído en los últimos días, ni en un gato se puede confiar, vámonos ya, este sitio me da escalofríos, es muy obvio que no vamos a encontrar nada mas -

Los muchachos regresaron, y Cristian se encerró en su estudio de pintura, aunque no lo demostrara tenía rabia, tenía una ira con los Montesori muy fuerte, pero más fuerte aun era la rabia que sentía consigo mismo por no haber podido ayudar a su tía, o más bien por haber entregado a su tía en bandeja de plata, por el momento sólo pensaba en eso, y en que si su abuela tenía un medallón que le llevaba informes a los Montesori como una cámara, no sabía cuántos chivos expiatorios podrían estar rodeándolo. Mientras pensaba en eso miraba su cuadro de la cascada, tenía la esperanza de que la imagen lo relajara y se calmara un poco pero el efecto de la imagen no era del todo el esperado, pero después de un tiempo, cuando fué calmándose consecuencia del tiempo, sentía otra vez la extraña sensación que sentía con el cuadro de la luna, era casi como si sintiera el agua caer, y las gotas de agua que salían de la caída bañar suavemente su rostro como una brisa muy fría, y poco a poco, el sonido del agua, relajante, cayendo a borbotones por una caída de al menos 50 metros por debajo de donde estaba sentado él, y los grillos, que no se veían pero estaban presentes por toda la pradera que se extendía hasta donde a Cristian le alcanzaba la vista, De repente un sonido fuerte hizo que Cristian se sobresaltara.

viernes, 9 de abril de 2010 en 23:08 , 0 Comments

6. La Conspiración De Haëdkríëk

Los muchachos no sabían qué decir, la mujer se dirigió entonces a un aparador que había en la pared y sacó un libro grande y antiguo lleno de polvo, en la portada no decía nada, sólo tenía la silueta de un roble en altorelieve.

- ¿Qué es eso? - Preguntó Leonardo, que siempre había sentido admiración por todo lo referente a la magia, ahora que sabía que existía y estaba en la casa de alguien que la sabía usar se sentía en su elemento.
- Es el libro de los mundos - Contestó la mujer - si quieren información de lo que les hablo entonces este libro es su referente, no se preocupen está en español - dijo mientras ponía el libro abierto hacia la mitad en medio de los muchachos y señaló un título grande que decía "Káturâ (Káturia)" Leonardo comenzó a leer.

"A mediados de la sexta era, cuando los Elfos comenzaron su etapa de aislamiento los Áfari llegaron al mundo de Káturâ habitado hasta entonces sólo por humanos e híbridos, y se establecieron allí, construyendo varios de los grandes reinos que pueblan este mundo como Ëskárâ, Défnâ y los reinos soberanos de Brantkríëk, Fríëkríëk y Haëdkríëk"

- Si quieren pueden llevárselo, no me hace ninguna falta aquí y pueden resolver muchas de las preguntas que deben estar haciéndose - Dijo Shanti con una sonrisa en su rostro
-¿Cuántos mundos hay? - Pregunto Andy con una expresión de arrepentimiento difícil de explicar
- Conocidos hay cientos, tal vez miles - Contestó entonces Shanti - Y cada vez aparecen mundos nuevos-
- ¿ Por qué nunca los científicos han dado con alguno? - Preguntó entonces Leonardo algo extrañado - ¿No deberían los satélites captar ondas o algo parecido? -
- Verás - respondió Shanti - cuando digo que hay cientos de mundos con inteligencia hablo de muchos luigares donde hay inteligencia, y donde hay obviamente planetas lunas y soles, pero cuando me refiero a otro mundo no me refiero a otro planeta exactamente, un mundo diferente no es un sitio al que puedas llegar en una nave, es un sitio al que sólo puedes llegar con alguna especia de magia ya que entre un mundo y otro no hay distancia alguna que los conecte-

Los muchachos duraron haciéndole preguntas poco más de una hora, cuando Shanti se levantó de repente

- Muchachos, creo que es hora de que regresen a casa-
- ¿ Qué sucede tía? - preguntó Cristian preocupado
- Tengo un mal presentimiento - dijo Shanti - es en serio, te llamaré luego Cristian, pero váyanse no tengo un buen augurio de nada de esto -

Los muchachos se levantaron se despidieron y salieron apresurados de aquella casa, ya estaba cayendo la tarde, tomaron el auntobus de regreso a la ciudad aunque no dijeron nada en todo el camino era demasiada información qué asimilar.

El lunes siguiente se encontraron en un parque,Cristian llevó el Libro de los Mundos tal como sus amigos le habían pedido antes, tenían mucho qué investigar, y el libro parecía una enciclopedia , y aunque de por si era grueso, cuando pasaban las hojas una por una, sin importar cuantas paginas pasaran, parecía no moverse del mismo punto, mostrando una cantidad aparentemente ilimitada de información.

- Aquí está - dijo Cristian sacando una carta que había estado buscando un largo rato en su mochila.
- ¿Qué es? - Preguntó Andy Intrigado
- Es una carta de Sh.. Carolina - dijo corrigiéndose inmediatamente.
- ¿Qué dice? - Inquirió entonces Leonardo
Cristian la abrió y leyó en voz alta.

"Querido Cristian.
Espero que no hubieras tenido ningún inconveniente de regreso a tu casa, lamento que te hayas tomado tantas molestias para encontrarme, pero es por tu propia seguridad, y la mía, sé que tal vez no estabas listo para enterarte de lo que te enteraste, ni tus amigos tampoco, pero tienes suerte de tenerlos a ellos, para que te apoyen, te acompañen y te protejan, sé que los tres podrán mantenerse a salvo, por que lo que supiste aquel día sólo es la punta del enorme iceberg que quiere acabar con nuestra familia, en Haëdkríëk tu Abuelo era una personalidad importante, tenía cierto poder y la gente en general lo quería, pero la vida en la ciudad no es algo que mi me agradara de mucho, asi que tu madre me trajo a este mundo y se enamoró de tu padre, durante un tiempo fuimos felices, pero en Haëdkríëk las cosas no iban tan bien, verás, hay una familia muy antigua que por ciertas condiciones no podía acceder a ciertas posiciones políticas como les gustaría, pues son considerados una raza de oscuridad, y en el reino no son muy populares que digamos, entonces empezaron una conspiración para obtener cargos y finalmente conseguir el reino, y para eso necesitan eliminar varias familias influyentes, como la nuestra, de alguna forma nos siguieron a tu madre y a mi hasta aquí, y por eso hay que ser precavidos, sé que ellos han estado viviendo en tu vieja casa y tienen muchas de las cosas que le pertenecieron a tu madre, quieren su habilidad, y harán hasta lo imposible para conseguirla, incluso ponerte en riesgo, ten cuidado.
Hace muchos años que no tengo comunicación con mi padre, asi que temo lo peor, aun asi, no hay que ser apresurados, y mantener la esperanza, puede que yo no tenga mucho qué hacer ya, pero mientras tu existas, la sangre de los Onccor seguirá existiendo también, cuídala, es más valiosa de lo que piensas.
El libro que te regalé tiene casi todas las respuestas que necesites, sólo pregúntale, sabrá contestar la mayoría de las veces, es como el Internet de nuestro mundo, ah cómo me gustaría que vieras las aguas de Alcúspíëd o de Palmporto, y las praderas de Lunâ y de Isen, algún día tal vez, descubras la forma de regresar pues era mi hermana la que tenía ese don.
Te avisaré pronto para vernos nuevamente, salúdame a tus amigos.
Te Quiere
Carolina"


- Esa señora es rara - dijo Andy - o es una bruja loca, o tiene razón y nos estamos volviendo locos nosotros, ¿Internet de nuestro mundo?, acaso no conoce la diferencia entre un Libro y un computador? -
- No - respondió Cristian - no la conocen, por que allá no necesitan computadores, ni índices de contenido mira: "Haidkreek"-

Dichas estas palabras abrió el libro el cual se abrió curiosamente en una Página que se titulaba Haëdkríëk

"Haëdkríëk es uno de los llamados reinos prósperos de Káturâ, es un estado soberano cuya forma de gobierno es la monarquía absolutista. Su territorio, con capital en Koltbàn, ubicado al oeste de la Osgrâa Continental. Su territorio está formado geográficamente por la isla de Grosskríëk, y pequeñas islas adyacentes
Haëdkríëk es un estado unitario comprendido por cuatro países constituyentes: Kunkmark, Krolmark, Lunmark e Islignâ, y es gobernado por un sistema parlamentario con sede de gobierno en Koltbàn, la capital, pero con tres administraciones nacionales descentralizadas en Tassbân, Birtbàn y Platbàn, las capitales de Krolmark, Lunmark e Islignâ cada uno con su gobernante propio.
Su población principalmente Áfari y Humanos tras la expulsión de los piratas del año 6583 DT tiene altos niveles mágicos en su sangre, siendo una de las naciones más codiciadas por sus productos mágicos, siendo sin embargo sólo los Áfari reales los poseedores de los Dones de Irmo y no necesitan enseñanza alguna de magia.
El sistema de Gobierno y nobleza recae en las Familias más antiguas como los Füher, los Badassi, Los Onccor, Los Montesori, los Koren y los Borbón
"

- Bien, ahí lo tienes - Dijo Andy - La primera pista de tu familia, parece que tu abuelo era un duque o algo así, en ese libro mencionan a los Onccor -
- No me convence - respondió Cristian - además, necesito saber qué es lo que me tiene en peligro, "Razas de Oscuridad".

En seguida el libro cambió de página y mostró en el título: HaëdKríëk,Razas Oscuras

"Las razas oscuras son razas provenientes de otros mundos que por razones históricas no tienen referencias de creación alguna y en muchas ocasiones son considerados aberraciones malignas, En Haëdkríëk se han expulsado los híbridos de dragones, y los reptilianos, los licanos no tienen referente alguno en Káturâ por lo que se cree de su ausencia ene se mundo, Los vampiros son sin embargo la raza oscura mas difundida en el territorio Haëdense, seguida por los Úrgalen los cuales trabajan en las prisiones de alta seguridad, también se presentan bajo supervisión explícita del rey la población de demonios que no supera los 200 híbridos, los vampiros sin embargo han alcanzado mucho renombre al rededor de todo el reino, aunque por ley se les está impedido acceder a la nobleza gubernamental, tienen varias familias en los más altos niveles de la sociedad, es el ejemplo de los Montesori"

Cristian miró a sus amigos, al parecer ellos pensaban lo mismo que él por que esta vez fue Leonardo el que consultó el libro

- Montesori - dijo con la voz quebrada

la página cambió y ellos se quedaron estupefactos al ver el contenido.

miércoles, 7 de abril de 2010 en 21:24 , 0 Comments

5. La Tía Shanti

Era una casa pequeña, no tenía más de dos habitaciones y una cocina en un costado, la sala era la estancia más grande, estaba llena de copas, velas, una estatua en un costado y sillas, y habían cuadros en la pared, retratos antiguos de personas vestidas como en las cortes europeas, y un cuadro extraño al fondo, en el que sólo había un buzón.

La mujer los hizo seguir, se sentaron y les ofreció té. Era una mujer supremamente alta, más que cualquier otra persona que él hubiera visto, tenía el cabello liso hasta la espalda, ojos azules y las orejas con el mismo rasgo de Cristian, él la reconoció en seguida.

-Shanti!- dijo un poco extrañado por la forma de actuar de la recién conocida.
- Shhhh! - lo calló ella - No digas ese nombre en voz alta, pueden decirme Carolina, no es seguro decir mi nombre aquí -
- Perdón - Musitó Leonardo - ¿ Por qué no es seguro?, ¿no es acaso su casa?-
-No es seguro pronunciarlo aquí, ni en ningún otro sitio, ellos andan vigilando de cerca - respondió Shanti algo consternada, luego cambió su expresión y giró hacia Cristian -Vaya, pero si te has puesto bien guapo, no te veía hacía muchísimos años, ¿te acuerdas de mi? - dijo mientras se sentaba.
- No, lo siento, vine porque mi Abuela me contó de tu existencia, y cómo encontrarte - contestó Cristian acongojado - ¿Por qué nunca me buscaste?
- ¿Te lo dijo a ti sólo o estaba alguien más presente? - Preguntó ella sin contestar la pregunta que le había hecho su sobrino
- Sólo Andy y yo - dijo Cristian mirando a su amigo

Shanti se levantó rápidamente, con una expresión de soberbia terrible, y en dos pasos se hizo junto a Andy, le levantó la cara y lo analizó con la mirada.
-¿Y tu eres...? - Preguntó sin parar de observarlo
- Me.. M-me llamo Andy, somos amigos de Cristian - respondió el muchacho buscando atemorizado el brazo de Leonardo mientras miraba a Shanti a los ojos
- "Ssoëzhu n'ulka trú fohrm" - siseó ella entre dientes

Los muchachos la miraron extrañados.Shanti soltó al muchacho.

- Perdón, tenía que cerciorarme que no eran espías o algo así - Replicó Shanti de nuevo con actitud benevolente
Los chicos la miraban con cara de estar viendo una completa maniática
-¿Espías de quién?, ¿o de qué?¿o de dónde? - Dijo Cristian con voz nerviosa
Shanti lo miró seriamente
- De los que mataron a tus padres -
- Mis padres murieron en un incendio - Repuso Cristian
- Nunca encontraron las causas, tardé cinco años en descubrirlos - Dijo la mujer - Vengan acá -

Shanti los condujo hasta una mesa, se sentaron mientras ella iba ahsta la estatua y cogía la esfera que ésta tenía en sus manos de piedra, la colocó en el centro de la mesa, era una bola de cristal llena de humo y una extraña luz.

- Miren y díganme qué ven - Dijo ella
- Lo siento, yo no creo en esta clase de cosas - Dijo Andy con una expresión de incredulidad digna de campeonato
- Yo, tampoco, es más, se está haciendo tarde creo que tenemos que regresar ya - dijo Cristian mientras ponía pies en polvorosa y se levantaba de la silla.Andy lo siguió en esta acción rápidamente y estaban dando la vuelta cuando Leonardo habló.
- Es un árbol, y una casa! -
Andy y Cristian giraron a mirar al chico que estaba profundamente concentrado en la bola, ellos la miraron y ahí estaba en medio del humo tal como dijo el muchacho la tenue figura de un árbol que crecía al lado de una casa de dos pisos. Se sentaron intrigados nuevamente.
Las figuras eran cada vez más nítidas, había un farol alumbrando el porche de la casa, y de un momento a otro apareció la sombra de un hombre de espaldas. Los muchachos miraban aterrados la bola que cada vez se ponía más brillante y más nítida. El sujeto de la imagen se movió, levantó una mano, en la cual tenía un anillo de oro con una M labrada en el centro, de inmediato algo se iluminó adentro de la casa, la sombra no se movió, sólo recorrió con el brazo el trayecto de la luz que cada vez era más grande, cerro el puño suavemente y señaló hacia arriba, la luz apareció entonces en una ventada del segundo piso, luego, el sujeto vestido de cuero y sombrero abrió el puño y una explosión hizo romper los vidrios del primer piso, ahora era visible, el fuego estaba saliendo por las ventanas rotas, consumiendo las cortinas, y comenzaron los gritos, el sonido venia de la nada, rodeaba a los espectadores de la bola que tenían una expresión mezcla entre terror y asombro, oían a una mujer gritar y a un niño llorar, el sujeto se dio la vuelta, y levantó el rostro, tenía una expresión mezquina, entradas pronunciadas y piel cetrina, una nariz larga y torcida, como si se la hubiera roto alguna vez además de unos impactantes ojos de color rojizo. El sujeto desapareció, la casa seguía ardiendo, y los gritos no cesaban, el humo impedía la visibilidad, y poco a poco fué consumiendo la escena, hasta que la esfera quedó totalmente oscura como al principio.
Los muchachos seguían mirándola perplejos, mientras Shanti retiraba la mano que había tenido extendida sobre la bola todo ese tiempo.El silencio reinó la estancia unos minutos hasta que fue interrumpido por el llanto de la mujer, los muchachos la miraron.

- Eran felices - musitó con rabia - no le estaban haciendo daño a nadie, ni siquiera usaban la magia -
- ¿M-magia?¿ eso que acabó de pasar fue magia? - pregunto Andy desconcertado
- ¿Por qué te alarmas? - contestó Shanti - La magia no es común en este mundo, pero no por eso quiere decir que no exista -
- ¿Podría explicarme más despacio? - dijo Cristian - no entiendo nada, hasta hace poco era huérfano por un cortocircuito casero y ahora resulta que hago parte de una conspiración mágica, además ¿Cómo que este mundo? ¿acaso son alienígenas o algo así?

-No- contestó Shanti - tu madre y yo no somos oriundas de aquí, somos de Haëdkríëk -
- Y eso es en .. - dijo Leonardo con una tajante desaprobación de lo que oía
- Káturâ - dijo Shanti - verás, este no es el único mundo donde hay gente, no se crean únicos -
- Y tenemos que creerte ¿por? - dijo Leonardo con cada vez más creciente arrogancia
- Por que ahora sus vidas dependen de ello - dijo Shanti con una sonrisa en la cara

miércoles, 31 de marzo de 2010 en 20:52 , 0 Comments

4. La Carta, El Anillo y El Medallón

Era un bonito Jueves de Septiembre, Cristian acababa de salir de su curso de pintura y estaba con sus amigos, tumbado en un parque mirando hacia el cielo, y hablando de esto y aquello con Andy y Leonardo, y de pronto surgió el tema de los padres de Cristian, él no sabía casi nada acerca de ellos, sólo que eran una pareja joven y acaudalada y que su madre era una artista en auge que venía del extranjero, de hecho Cristian sabía mucho más de su padre que de su propia madre, nunca había visto un cuadro de ella, tampoco había escuchado su nombre antes, y hablando de todas estas cosas fue cuando a Leonardo se le ocurrió la idea.

- Oye, ¿no dijiste que tenías una tía? - Preguntó Leonardo con un tono de quien trama algo
- Sí, aunque no sé nada de ella tampoco - respondió Cristian con desdén.
- Pero tu abuela sí - Comenzó Leonardo - se supone que se escribían cartas por lo que nos contaste-
- ¿Y? - Dijo Cristian sin entender lo que su amigo le trataba de decir
- Eso quiere decir que ella debe tener la dirección de tu tía - Expuso Leonardo - Podrías ir a verla,¿no crees? -
Andy intervino - Leo tiene razón, deberías ir a buscarla a lo mejor ella sabe dónde tienes más familia -
- Tienen razón - dijo Cristian dando un brinco - Podríamos ir a verla y preguntarle, ¿vamos? -
- Wow, wow momento capitán Flash, una cosa a la vez, no podemos ir a interrogarla de la noche a la mañana, si quieres te acompañamos mañana - dijo Andy
- Mañana no puedo pero si estaré al tanto- dijo Leonardo suspirando - vamos Cristian, estoy seguro de que encontrarás las respuestas que buscas! -
- Vaya - respondió Cristian - Leonardo no abre la boca casi nunca pero cuando lo hace en serio vale la pena - dijo riendo.

Todos soltaron la carcajada, y duraron otro buen rato riendo y jugueteando, hasta que oscureció y cada quien se fue a su casa.

Esa noche Cristian no pudo dormir, la emoción de poder hacer algo de su vida lo llenaba por completo, aunque sentía un poco de rabia consigo mismo por no haberse dado cuenta que había tenido la solución en sus narices durante tanto tiempo sin darse cuenta de eso, hacia las diez de la noche, se levantó de la cama, se sentó en frente al caballete, mirando hacia la ventana, sacó sus pinturas y se dedicó a dibujar, al principio no sabía que hacer, así que empezó a hacer figuras azuladas, hasta que salió la luna e iluminó el cuarto, entonces, se dedicó a pintar una luna, grande, blanca, con cráteres definidos, una luna más hermosa que cualquiera que hubiera imaginado jamás, rodeó su circunferencia con un halo azul y llenó el resto del cuadro con estrellas brillantes y numerosas, algunas más brillantes que otras, y estaba ensimismado en su tarea hasta que oyó un ruido afuera de su ventana, se asomó por un borde del caballete y vió una sombra deslizarse frente a ella a gran velocidad, se levantó y corrió hacia su ventana, preguntándose qué sería, miró hacia abajo, y justo debajo del alféizar de su ventana, estaba un gato gris con una cola totalmente negra y unos ojos naranja brillante mirándolo fijamente a la cara, movió su cola formando una ese, dio un brinco, y desapareció.

Cristian entonces, con el corazón aun demasiado agitado como para acostarse a dormir, se sentó de nuevo frente a su caballete y se puso a mirar la luna que había dibujado, tan blanca y brillante, como si no hubiera humo ni smog entre el y ella, tan serena, casi podía sentir la brisa que corría en la escena que acababa de dibujar, era fría y suave, imaginaba una noche como aquella, tranquila, en la que solos e escuchaban los grillos en el pasto y el agua correr tras de sí.

Cuando Cristian abrió los ojos ya era de día, le dolía horriblemente el cuello por haberse dormido en el sillín de pintar y tenía la cabeza apoyada en el caballete, mientras se preguntaba cómo se había quedado dormido, miró el reloj que estaba en su mesita de noche, las diez de la mañana, Cristian se levantó de un respingo y salió corriendo de su habitación, apenas si le alcanzaba el tiempo para bañarse y alistarse, había quedado de encontrarse con Andy al otro lado de la ciudad sobre las doce del día.

Cuando Cristian llegó al parque en el que habían quedado de encontrarse, Andy ya estaba allí, luego de pedir disculpas por su atraso, y darse cuenta que había llegado tardo solo cinco minutos, caminaron hasta el apartamento de Amalia a unas cuantas cuadras de allí, vivía en un edificio de apartamentos, en un cuarto piso, cuando entraron al apartamento, el olor a incienso quemado les llenó los pulmones en un santiamén.

Era un apartamento amplio, tenía estantes por todas partes con velas aromáticas encendidas y habían peluches por doquier, era una anciana muy alegre lo que a los juguetes se refería, siempre había tenido debilidad por las joyas y los peluches, justo en ese instante llevaba puestos unos aretes de oro que le caían hasta los hombros, varios anillos y un medallón de dorado con la forma de un ojo y con un rubí incrustado justo en el centro.

- Cristian, tiempo hacía sin que vinieras por acá, y con amigos! - dijo la anciana con una sonrisa en el rostro
- Venimos a preguntarte unas cositas Abue - dijo Cristian respondiéndole la sonrisa.
-Me imagino que no se irán sin tomar algo - respondió entonces Amalia mientras entraba a la cocina - no suelo tener visitas, pero no quiere decir que sea mala anfitriona - y salió entonces con queso y galletas.

Se sentaron en la sala y empezaron a hablar sobre diversos temas que les ponía la anciana, luego de improviso ella fue la que acordó a Cristian de su labor allí, pues ya estaba entusiasmado con el queso y las galletas con alto contenido de whisky preparadas por Amalia misma.

- Ahora sí - dijo Amalia con actitud seria - ¿qué te trae por acá?
- Verás, últimamente he estado indagando algo sobre mi madre - contestó Cristian - y pues, no encuentro nada, y esperaba que mi tía pudiera ayudarme -
- Y la única que sabe como contactarla es usted - añadió Andy
- Entiendo - dijo Amalia - espérame aquí -

La oyeron salir y fue a una habitación donde la oyeron refunfuñar mientras escarbaba, Andy le ofreció ayuda pero ella se negó, no le gustaba que gente extraña entrara a las habitaciones de su apartamento, Andy solía ser alguien muy amigable, a veces cooperaba mucho, pero en otras ocasiones, en su intento de siempre ser alguien útil, incomodaba a Cristian que más bien era parco con esas cosas.

Unos cinco minutos después Amalia volvió
- Aquí está - dijo la anciana extendiéndole una carta arrugada y vieja. Cristian la recibió y la abrió.

"Querida Amalia
Espero que la estés pasando bien, o al menos mejor que yo, ya tengo la total certeza de que lo que pasó aquella noche con mi hermana no fue del todo una accidente, pero seguiré informándote de ello, por ahora me tocará ser discreta con lo que escribo, espero que todo esté bien por allá, salúdame a Diana a Darío pero no le digas mucho al pequeño Cristian, no creo que sea prudente en estos días, espero poder ir a visitarte pronto, ya extraño la deliciosa receta de tus galletas, pero ya basta de mi, quiero saber qué ha pasado de nuevo! ¿Cómo sigues de tu pierna?, ¿has vuelto a hablar con Orlando? quiero saberlo todo con detalles. Por ahora te dejo, estamos en contacto, mil besos desde aquí. Cuídate
Con cariño
Shanti
"

Cristian giró la carta que estaba escrita en el mismo papel del sobre: Vereda Fagua Km 4.5 casa 1#(numero ilegible), Chía, Cundinamarca.

y ahí estaba, Oilá! Cristian se empezó a sentir poderosamente emocionado otra vez, una sonrisa cruzaba su rostro de oreja a oreja, levanto la mirada y miró a su abuela.
- Chía, está en Chía! - dijo emocionado
Su abuela asintió con serenidad, en ese momento Cristian vio algo raro, fue sólo un instante pero por un segundo le pareció que el ojo del medallón de su abuela se había cerrado, pero pensó que era producto de su imaginación y de su precipitada emoción.

- No te aseguro que se encuentre allí - dijo su abuela con un semblante más sombrío - esa fue la última carta que recibí de ella, después no supe nada más de ella, pero si tenía razón y las estaban buscando me imagino que luego irían por ti, las estaban persiguiendo del país del que venían, en Europa creo, nunca supe realmente de donde eran, pero de ahí sacaste tu altura.

Era verdad, Cristian siempre fue alto para su edad, aunque Jonaz y Diana eran de por sí altos, a los 14 años el había pasado a Diana en estatura y ahora era un muchacho de 17 años y 1.82, no era algo que a el le complaciera, siempre lo habían molestado por eso, y a veces Leonardo lo asustaba cuando se le acercaba con sigilo, pues de por sí era al menos 20 centímetros más bajito que él.

-Antes de que te vayas - dijo Amalia con una voz jovial
- Dime - contestó Cristian algo exaltado
-Quiero que tengas esto- dijo la anciana extendiéndole uno de los anillos que llevaba puesto - consérvalo, me lo dio Diana cuando era sólo una niña-

Cristian lo agradeció y se quedó mirándolo un rato, era un anillo muy bonito, era dorado con unas lineas plateadas que lo surcaban de abajo a arriba y se juntaban en el centro, en donde había un zafiro de un azul brillante.
Terminaron de hablar con Amalia y salieron del apartamento, mientras viajaban de regreso, Leonardo los llamó, así que quedaron de encontrarse al día siguiente en la mañana para ir a buscar a la tía de Cristian, El cual no cabía de la dicha.

- Tu abuela es curiosa - decía Andy
- ¿Por qué lo dices? - dijo Cristian con una sonrisa pícara
- No sé, los peluches, las velas, las galletas, y ese medallón tan horrible que traía colgado -
- Lo sé - respondió Cristian - esas son sus aficiones, las joyas y los peluches -
- El ojo de esa cosa me tenía intimidado - Dijo Andy sobrecogiéndose
- Lo sé, parecía que te estuviera mirando todo el tiempo - agregó Cristian
- Sí, además, juro que lo ví parpadear un par de veces mientras tú leías la carta -
- ¿Qué? - exclamó Cristian
- En serio, lo juro, ¿ por qué pones esa cara? - preguntó Andy
- Nada, es sólo que, pensé que fue mi imaginación, yo también lo vi parpadear - dijo Cristian pensativo
- Nos estamos volviendo locos definitivamente- Agregó Andy cambiando de tono - ni una palabra de esto a Leonardo - y rieron juntos.

Aquella noche tampoco pudo dormir, sabía que si seguía así terminaría por volverse loco de verdad, más allá de los sarcasmos de Andy, finalmente cerca de las dos de la mañana, se durmió.
Se levantó con sueño, había dormido sólo cinco horas y ya iba tarde para encontrarse con sus amigos, finalmente los divisó entre la muchedumbre que se agolpaba en el portal de buses, cruzaron el torniquete que separaba el andén de los buses urbanos de los intermunicipales y se subieron al primero que decía Chía, después de estresar al conductor pidiéndole sin parar que los dejara en la vereda que decía en la carta, se sentaron en silencio a ver pasar el paisaje, cruzaron lo que quedaba de ciudad, el campo llegaron a Chía y a más campo, cuando ya pensaban que el paisaje no podía ser más rural, el conductor frenó.

- Vereda Fagua km 4.5, Aquí es - gruñó desde la cabina delantera

Los muchachos se bajaron y vieron frente a sí, un camino sin pavimentar y una casa un poco destartalada con el número 01 en la puerta, iba a ser un largo camino.
Después de caminar sin cesar una media hora llegaron a un campo abierto donde seguramente quedaban las últimas casas de ese sector, estaban en la cima de una colina, y había una que otra casa aquí y allá.

- tocará preguntar en las casas una por una - dijo Cristian - la dirección dice que es una casa de numero entre en 10 y el 19 -
- Separémonos - dijo Leonardo - así será más rápido -

Resultó una tarea más fácil de lo que habían pensado pues las casas llegaban sólo hasta el quince, pero no por eso fué menos extenuante, el sol y la caminata tenia a los muchachos absolutamente exhaustos. Transcurridos otros treinta minutos, ya sólo quedaban tres casas, la 11, 12 y 13 que eran las más alejadas, ya que en las otras nadie había sabido decir nada de Shanti, asi que fueron a timbrar en esas casas, ni Leonardo ni Cristian tuvieron éxito asi que se unieron a Andy, el cual acababa de llegar a la casa más alejada: la 13. estaba en medio de arbustos de maleza, y habían botellas de colores colgando en el pequeño porche, junto al número de su puerta decía: Carolina : Clarividente.
Andy tocó la puerta, y una voz femenina con extraño acento contestó desde el interior:

- ¿Quién es? - preguntó, mientras una sombra aparecía en una ventana
- Mi nombre es Andy - dijo el muchacho con voz nerviosa, no le gustaba estar hablando con una clarividente o bruja o lo que tuviera que ver con cosas que él no entendía - Mis amigos y yo estamos buscando una mujer llamada Shanti que vivía por aquí, ¿de casualidad la conoce?-
- No - dijo alejándose de la ventana - déjenme tranquila, no molesten más, no conozco a nadie con ese nombre-
- Por favor - dijo Cristian con desespero - ¿no sabe de nadie que sepa a dónde pudo ir? -
- No! - contestó la voz - Aléjense de mi casa! es una orden! -
- Vámonos, ella no sabe nada, y si nos está amenazando - dijo Leonardo desde donde estaba, pues era el que estaba más lejos de la casa - Cristian, no insistas más -

Los muchachos dieron media vuelta y empezaron a caminar cabizbajos hacia el camino, cuando sonó la puerta de la casa que dejaban tras si, una cabeza se asomó por el resquicio.

- ¿Cómo dijeron que se llamaban? -
Andy contestó - Yo soy Andy, el es Cristian y el que está más allá es Leonardo -
- ¿Cristian Sáenz? - dijo la mujer
Cristian se giró y miró a la mujer - Sí, soy yo, ¿ nos conocemos?
- Entren!, rápido - dijo la mujer mirando alrededor - ¿vienen con alguien mas?, ¿alguien los siguió hasta aquí? -
- No, venimos solos - contestó Andy mientras pasaba el umbral

La mujer los empujó rápidamente y cerró la puerta de Golpe.

domingo, 28 de marzo de 2010 en 19:16 , 0 Comments

3. El Retrato Familiar

Los días transcurrieron lentos, monótonos y lúgubres, aunque había mucho por decir, ni una palabra salía de la boca de Darío, ni de Cristian ni siquiera del pequeño Juan, que podría ser pequeño pero no tenía un pelo de tonto, hacía pocos días había llegado la Abuela de Cristian: Amalia, y había estado pendiente de todo lo que una Abuela podría estar pendiente en esos casos, era muy duro para ella estar a punto de perder a su segunda hija, tan joven, primero Jonaz y luego Diana, pero no era menos terrible de lo que sentía Cristian en aquellos momentos, el dibujo que había hecho hacía una semana ahora descansaba en la mesita de noche del hospital, y ahí estuvo hasta el último instante de la lucha de Diana, cuando de repente a media noche, el respirador automático se dejó de mover.

Cristian se encontraba en ese momento mirando por su ventana la luna, siempre le había parecido alegre pero esos días ni eso era capaz de levantarle el ánimo, no había podido dormir y estaba ahí, mirándola, brillante e imponente en el cielo nublado de la capital, entonces sonó el teléfono, no había timbrado dos veces cuando escuchó la voz de Darío contestar, por lo que supuso que tampoco estaba dormido, salió sigilosamente del cuarto tratando de escuchar lo que decía, aunque hablaba tan bajo, que a penas si lo escuchaba, lo oyó colgar y entró en su habitación, lo encontró sentado en el suelo junto al teléfono, sollozando en silencio.

-Qué pasó - Preguntó Cristian, aunque ya se imaginaba cuál era la respuesta.

Darío levanto la mirada y la clavo en el rostro del joven. No hacían falta palabras, las cosas más claras no podían estar, así que se sentaron juntos y lloraron en silencio un rato, hacia las 2 de la mañana, cuando ya empezaban a calmarse, se levantaron, y despertaron al pequeño Juan, tenían que ir al hospital, y arreglar las cosas para el funeral.

Cristian nunca había estado en uno, así que le sorprendió lo rápido que tardó su Tía en estar arreglada en un cajón, en el centro de una habitación llena de conocidos, Amalia había llevado un retrato que había de la familia hacía unos años en el que estaba ella sentada en una silla antigua, Diana a su izquierda con una sonrisa juguetona en su joven rostro,Jonaz a la derecha de la silla con Shaylan abrazada, la cual llamaba la atención por su altura y su cabellera que se veía curiosamente rojizo aunque la imagen no estaba a color y otra mujer desconocida al lado de ésta última, la cual tambien resaltaba por su increíble altura. Cristian no sabía o más bien no entendía por qué su Abuela estaba tan calmada, sentada junto al cajón, calmando a la mejor amiga de Diana la cual estaba sentada a su derecha y con Juan, curiosamente también muy calmado, sentado a su izquierda. Cristian se le acercó y se sentó junto a Juan, su abuela entonces se giró a hablarle.

- ¿Te sientes bien? - pregunto ella
- Supongo - respondió Cristian - sólo que, no sé, es una sensación rara, me siento triste pero es diferente. -
- se llama nostalgia, las personas se tienen que ir - dijo ella con calma - si nos ponemos a dolernos nunca los vamos a dejar ir, pero así es como las cosas tienen que ser -
- Supongo que si - dijo el apesumbradamente. - Abuela, ¿quién es la mujer de la foto? - preguntó con curiosidad mientras veía el retrato color sepia que estaba junto al cajón.
- Es tu tía, vino con tu madre del extranjero, vive en la vereda que sale de Chía por el norte, nunca fue una mujer de ciudad, pero venía a menudo a visitarme a mi y a tu madre, bueno, antes de...- Amalia calló abruptamente y tomó una actitud pensativa.
- ¿Del incendio? - preguntó Cristian con un aire inquisidor.
-Sí, del incendio, entonces no volvió a la ciudad, y no he vuelto a hablar con ella casi, solíamos escribirnos, pero dejó de hacerlo hace unos diez años.-

La conversación llegó a su final en ese momento, pues todos se dispusieron a rezar por el alma de Diana, antes de que se la llevaran a cremar.
La procesión fue larga, triste y gris, en todos los aspectos en el que se pueda aplicar el gris, desde el cielo que amenazaba con lluvia hasta el sentimiento que crecía por momentos en el interior de Cristian.

Después de ese día, las cosas empezaron a cambiar, aunque en la casa de Cristian la tristeza era algo casi físicamente palpable, las risas se empezaron a oír de nuevo, y el hielo comenzó a romperse, Darío trataba de llevarla lo mejor que podía, y Juan parecía superarlo rápidamente, aunque de vez en cuando le entraban ataques de depresión, Cristian aunque ya más sociable que antes, no le gustaba estar en su casa, la tensión lo molestaba constantemente, así que salía con sus dos mejores amigos del colegio, un sujeto alto, crespo y algo moreno que se llamaba Andy y un muchacho callado, y bajito, algo tímido que se llamaba Leonardo.
Después de la muerte de Diana ellos se había vuelto su mundo y su medio de escape, ni siquiera dibujando podía dejar de pensar en lo que sentía, y cada vez que tomaba el lápiz y el papel terminaba dibujando algo sin sentido y hasta cierto punto atemorizante así que dejó de hacerlo por un tiempo y se inscribió en un curso de pintura para usar de buena forma lo que su Tía le había regalado años atrás, además, se decía para si mismo.
-Si mi mamá era buena con la pintura, ¿por qué yo habría de no serlo?-
Se había puesto a investigar y había descubierto que su mamá tenía algunos cuadros famosos, y que después de su muerte, algunos de los cuadros que se habían salvado de las llamas habían sido restaurados y expuestos, en una galería privada que abría muy de vez en cuando, y que estaba a cargo del hijo de un importante empresario de la capital ya fallecido.

Antes de que se diera cuenta, en medio de pintura, amigos y búsquedas de su pasado pasaron dos meses.

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2. La familia prestada

Ya eran las siete de la mañana cuando aquél olor despertó a Cristian. El se incorporó tratando de descifrar ese aroma peculiar, no era la ceniza cuyo olor llevaba flotando en el aire durante dos semanas, tampoco era algo desagradable, era más bien dulzón, cálido, cuando Cristian iba bajando las escaleras lo descubrió.
- Hot cakes! - exclamó emocionado.
La empleada había pedido el día libre y ya que Darío, el tío político de Cristian no sabía cocinar otra cosa entonces ese fue el desayuno del día, huevos y hot cakes. Iba a ser un largo día, y el semblante de Darío no auguraba nada bueno.

- Qué sucede Darío - preguntó Cristian algo inquieto
- los médicos llamaron hace poco - respondió desde el otro lado de la cocina, dándose la vuelta y dejando ver su delgado y triste rostro - Tu tía, depende cada vez más del respirador y le están aplicando morfina. Falta poco -

El rostro de Cristian se ensombreció, hacía un par de meses le habían descubierto a su tía Diana un tumor pulmonar, cada día estaba más delicada y hacía tres días se encontraba hospitalizada, en esos momento Cristian sentía que el era el centro de toda las tragedias, y que no importara en qué familia se encontrara siempre él la iba a llevar a la ruina. Solía pensar en eso desde que a su Tía Diana le habían diagnosticado el cáncer aunque ella decía que no era culpa del chico.

El silencio reinó en la cocina un par de minutos, hasta que fué interrumpido por el llanto de Darío, Cristian nunca lo había visto llorar, siempre fue un hombre rudo, fuerte y resistente y ahora estaba ahi, derrumbándose frente a él, en la escena más irreal que él se pudiera imaginar,entonces se levantó, y se hizo junto a Darío, y le cruzó el brazo por la espalda, y asi duraron un buen rato. Darío se desahogó entonces, no tenía ni idea de cómo le iba a decir a Juan su pequeño hijo lo que estaba ocurriendo, el niño sólo tenía unos 7 años y no era justo que tan joven perdiera a su madre de una forma tan cruel.

Tras un rato de desahogamiento mutuo se alistaron y tomaron un taxi hasta el hospital, no hablaron en todo el camino, Cristian se limitaba a mirar por la ventana y pensar qué sería de su vida sin Diana.
Después del incendio, Diana, la hermana menor de Jonaz se hizo cargo del pequeño Cristian y lo crió como su propio hijo, cuando Cristian cumplió los 10 años, Diana se casó con Darío y un año después nació Juan asi que Cristian siempre fue un hermano mayor para su primo. Cristian pensaba que no era justo que Juan estuviera estudiando mientras su mamá estaba tan grave en el hospital, pues Darío lo había mandado al colegio como cualquier otro día, y el pequeño tal vez ni siquiera se imaginaba la verdadera magnitud de la situación,a Cristian le hubiera gustado estar ahi, en lugar que en clase en caso de que a Diana le pasara algo, pero como había terminado el colegio y no había clasificado en ninguna universidad tenía el tiempo para acompañar a Darío en esos momentos.

Cristian recordaba la primera vez que le preguntó a Diana sobre sus padres, debía tener unos 3 o 4 años y llevaba viviendo con ella poco más de un año, Diana no supo explicarlo lo que sucedió realmente:

- los bomberos dicen que el fuego se inició en el estudio, de ahí pasó a la habitación de tus padres y luego a tu habitación- Dijo ella - la casa completa estaba ardiendo en cuestión de minutos, pero nunca encontraron a tus papás, y tu habitación estaba prácticamente intacta, tu sobreviviste de milagro, eres un milagro, eres mi milagro -

Cuando recordó esto, los ojos de Cristian dejaron escapar una silenciosa lágrima que se escurrió por su mejilla, él, aunque recordaba a sus padres, nunca generó sentimientos hacia ellos, y siempre consideró a Diana como su madre, siempre fue benevolente con él, justa y dura cuando tuvo que serlo, y Cristian nunca tuvo la oportunidad de decírselo, eso era triste, más allá que cualquier otra cosa.Él sabía que a Darío también le dolía, pero era un dolor diferente, mas fuerte, más suave eso nunca lo pudo adivinar, pero si sabía que el sentimiento que los unía era muy poderoso, ellos salían desde que salieron de Bachillerato, mas o menos a la misma edad de Cristian y su noviazgo pasó por muchos y grandes obstáculos, el propio Cristian era uno de ellos, pues Diana se hizo cargo de él a la edad de veinte años, y eso no la separó de Darío. Aunque Cristian nunca pudo ver a Darío como una imagen paterna, si le tenía mucho cariño pues nunca objetó nada sobre él, ni cuando Diana se hizo cargo de su crianza, ni cuando él y Diana se iban a casar, ni siquiera cuando Juan nació, simplemente, Cristian desde el inicio fue un miembro más de esa familia, muy a su pesar.A Cristian no le gustaba ser un mantenido, mucho menos de una familia que ni siquiera era la suya, compartir el estatus de hijo con un niño que si era el legítimo hijo de aquella pareja era algo que lo incomodaba frecuentemente aunque nunca lo dijo, por que sabía que tanto Diana como Darío lo querían como un hijo propio y les dolería saber que el se sentía excluido, aunque así era, el siempre se sintió en una familia prestada.

Comenzando con que él no se parecía a ninguno en aquella familia, mientras todos tenía el cabello oscuro el lo tenía de un castaño brillante, que contrastaban con sus ojos verdes, y tenía ese rasgo por el que siempre lo habían molestado: sus orejas, no había nada que pudiera hacer, sus orejas eran largas, delgadas y en cierta forma como estiradas hacia atrás así que había sido un tormento para el entrar al colegio donde todos se burlaban de ello, además el era el más alto de la clase, y de su familia, era mucho más alto que la misma Diana que de por si era muy alta.

Al poco tiempo llegaron al hospital, subieron las escaleras y entraron en la habitación de Diana, todo marcado por el profundo silencio con el que actuaban, diana estaba ahí, acostada, con su cabellera negra y su semblante de princesa de cuento de hadas inmutable, pese al profundo dolor que le debía estar infringiendo su enfermedad, Cristian se quedó un buen rato contemplándola, como nunca la había contemplado, esa belleza externa e interna que hacían de Diana la persona más importante en su vida, no sabía qué era lo que le parecía más hermoso de ella, su cabellera castaña oscura que caía sobre la almohada, su tez blanca como la nieve, o los ojos que tenía cerrados como quien duerme plácidamente. Y entre más la miraba más se llenaba su memoria de recuerdos y sus ojos de lágrimas, si el se ponía a pensar cada momento especial de su vida, había sido junto a ella: Su primer día de clases, sus primeras fotografías, los cumpleaños en los que ella siempre lo despertaba con una chocolatina del tamaño de un cuaderno, cuando visitó la casa de sus padres ahora reconstruida, la primera vez que fue al campo, y el que tal vez fue el dia mas importante de su vida: el día que descubrió que podía dibujar.
Cristian no era como todos los niños que desde pequeños les gustaba dibujar y que a medida que van creciendo o pierden el gusto, o desarrollan habilidades, cuando era pequeño el era más feliz a la hora de cantar, recortar, moldear plastilina o triturar papel, el dibujo no ocupó parte importante en su vida hasta que cumplió los doce años, Diana tenía que trabajar así que llevaba a Juan a una guardería todos los días, mientras Cristian estaba en el colegio, un día que Cristian no tuvo clases la acompañó a la guardería y la acompañó a hacer unas compras, comieron helado, rieron y dieron vueltas por ahí, en una de las plazoletas del centro comercial estaban en una competencia de padres e hijos, asi que Diana entró con él, hicieron manualidades, jugaron y bailaron, pero no fue sino en la última prueba cuando Diana y Cristian se llevaron una sorpresa, tenían que dibujar una estatua que se encontraba ahí expuesta en la misma plazoleta, les dieron lápiz y papel, y Cristian se dedicó a dibujar, a los pocos minutos tenía en el papel una representación casi exacta de la estatua, sólo que a blanco y negro y una gamma de sombras que ni el mismo Cristian podía explicar cómo las había hecho, Ganaron esa etapa del concurso, y se fueron hablando hasta la hora de recoger a Juan. Cristian nunca había aprendido técnicas de dibujo, ni había consagrado horas a ese arte y resulta ahora que no era malo haciéndolo, de hecho era bastante bueno, Cristian recordaba las palabras de Diana en aquellos momentos:

- Heredaste el don de tu madre, ella era una gran artista -

Diana siempre lo apoyó desde ese entonces, Cristian empezó a dibujar para relajarse desestresarse y a veces para escapar del mundo que lo rodeaba cuando tenía muchos problemas, le gustaba dibujar paisajes, llenos de flores y árboles tallados con caras benevolentes, o ríos grandes y limpios donde los animales se reunían a beber de sus aguas. Diana le regaló al cumplir 13 años,lápices, colores, cuadernos de dibujo, un caballete, pinturas, una paleta y cientos de lienzos, aunque el se dedicó más a dibujar en papel, la pintura era algo que él nunca había probado y tenía miedo de no pintar bien y que sus dibujos quedaran feos, y ¿para qué arriesgarte a hacer algo mal cuando sabes que tienes los medios para hacerlo bien?.

Mientras pensaba en todo ello, y sin darse cuenta, había sacado su cuaderno y sus lápices, y había hecho un retrato de su Tía, más hermoso que cualquiera que le hubiera dibujado antes, tenía una corona de rosas, y una orquídea con cada pétalo de un color diferente sin perder la armonía entre sus dedos.

miércoles, 24 de marzo de 2010 en 18:34 , 0 Comments