Ya eran las siete de la mañana cuando aquél olor despertó a Cristian. El se incorporó tratando de descifrar ese aroma peculiar, no era la ceniza cuyo olor llevaba flotando en el aire durante dos semanas, tampoco era algo desagradable, era más bien dulzón, cálido, cuando Cristian iba bajando las escaleras lo descubrió.
- Hot cakes! - exclamó emocionado.
La empleada había pedido el día libre y ya que Darío, el tío político de Cristian no sabía cocinar otra cosa entonces ese fue el desayuno del día, huevos y hot cakes. Iba a ser un largo día, y el semblante de Darío no auguraba nada bueno.
- Qué sucede Darío - preguntó Cristian algo inquieto
- los médicos llamaron hace poco - respondió desde el otro lado de la cocina, dándose la vuelta y dejando ver su delgado y triste rostro - Tu tía, depende cada vez más del respirador y le están aplicando morfina. Falta poco -
El rostro de Cristian se ensombreció, hacía un par de meses le habían descubierto a su tía Diana un tumor pulmonar, cada día estaba más delicada y hacía tres días se encontraba hospitalizada, en esos momento Cristian sentía que el era el centro de toda las tragedias, y que no importara en qué familia se encontrara siempre él la iba a llevar a la ruina. Solía pensar en eso desde que a su Tía Diana le habían diagnosticado el cáncer aunque ella decía que no era culpa del chico.
El silencio reinó en la cocina un par de minutos, hasta que fué interrumpido por el llanto de Darío, Cristian nunca lo había visto llorar, siempre fue un hombre rudo, fuerte y resistente y ahora estaba ahi, derrumbándose frente a él, en la escena más irreal que él se pudiera imaginar,entonces se levantó, y se hizo junto a Darío, y le cruzó el brazo por la espalda, y asi duraron un buen rato. Darío se desahogó entonces, no tenía ni idea de cómo le iba a decir a Juan su pequeño hijo lo que estaba ocurriendo, el niño sólo tenía unos 7 años y no era justo que tan joven perdiera a su madre de una forma tan cruel.
Tras un rato de desahogamiento mutuo se alistaron y tomaron un taxi hasta el hospital, no hablaron en todo el camino, Cristian se limitaba a mirar por la ventana y pensar qué sería de su vida sin Diana.
Después del incendio, Diana, la hermana menor de Jonaz se hizo cargo del pequeño Cristian y lo crió como su propio hijo, cuando Cristian cumplió los 10 años, Diana se casó con Darío y un año después nació Juan asi que Cristian siempre fue un hermano mayor para su primo. Cristian pensaba que no era justo que Juan estuviera estudiando mientras su mamá estaba tan grave en el hospital, pues Darío lo había mandado al colegio como cualquier otro día, y el pequeño tal vez ni siquiera se imaginaba la verdadera magnitud de la situación,a Cristian le hubiera gustado estar ahi, en lugar que en clase en caso de que a Diana le pasara algo, pero como había terminado el colegio y no había clasificado en ninguna universidad tenía el tiempo para acompañar a Darío en esos momentos.
Cristian recordaba la primera vez que le preguntó a Diana sobre sus padres, debía tener unos 3 o 4 años y llevaba viviendo con ella poco más de un año, Diana no supo explicarlo lo que sucedió realmente:
- los bomberos dicen que el fuego se inició en el estudio, de ahí pasó a la habitación de tus padres y luego a tu habitación- Dijo ella - la casa completa estaba ardiendo en cuestión de minutos, pero nunca encontraron a tus papás, y tu habitación estaba prácticamente intacta, tu sobreviviste de milagro, eres un milagro, eres mi milagro -
Cuando recordó esto, los ojos de Cristian dejaron escapar una silenciosa lágrima que se escurrió por su mejilla, él, aunque recordaba a sus padres, nunca generó sentimientos hacia ellos, y siempre consideró a Diana como su madre, siempre fue benevolente con él, justa y dura cuando tuvo que serlo, y Cristian nunca tuvo la oportunidad de decírselo, eso era triste, más allá que cualquier otra cosa.Él sabía que a Darío también le dolía, pero era un dolor diferente, mas fuerte, más suave eso nunca lo pudo adivinar, pero si sabía que el sentimiento que los unía era muy poderoso, ellos salían desde que salieron de Bachillerato, mas o menos a la misma edad de Cristian y su noviazgo pasó por muchos y grandes obstáculos, el propio Cristian era uno de ellos, pues Diana se hizo cargo de él a la edad de veinte años, y eso no la separó de Darío. Aunque Cristian nunca pudo ver a Darío como una imagen paterna, si le tenía mucho cariño pues nunca objetó nada sobre él, ni cuando Diana se hizo cargo de su crianza, ni cuando él y Diana se iban a casar, ni siquiera cuando Juan nació, simplemente, Cristian desde el inicio fue un miembro más de esa familia, muy a su pesar.A Cristian no le gustaba ser un mantenido, mucho menos de una familia que ni siquiera era la suya, compartir el estatus de hijo con un niño que si era el legítimo hijo de aquella pareja era algo que lo incomodaba frecuentemente aunque nunca lo dijo, por que sabía que tanto Diana como Darío lo querían como un hijo propio y les dolería saber que el se sentía excluido, aunque así era, el siempre se sintió en una familia prestada.
Comenzando con que él no se parecía a ninguno en aquella familia, mientras todos tenía el cabello oscuro el lo tenía de un castaño brillante, que contrastaban con sus ojos verdes, y tenía ese rasgo por el que siempre lo habían molestado: sus orejas, no había nada que pudiera hacer, sus orejas eran largas, delgadas y en cierta forma como estiradas hacia atrás así que había sido un tormento para el entrar al colegio donde todos se burlaban de ello, además el era el más alto de la clase, y de su familia, era mucho más alto que la misma Diana que de por si era muy alta.
Al poco tiempo llegaron al hospital, subieron las escaleras y entraron en la habitación de Diana, todo marcado por el profundo silencio con el que actuaban, diana estaba ahí, acostada, con su cabellera negra y su semblante de princesa de cuento de hadas inmutable, pese al profundo dolor que le debía estar infringiendo su enfermedad, Cristian se quedó un buen rato contemplándola, como nunca la había contemplado, esa belleza externa e interna que hacían de Diana la persona más importante en su vida, no sabía qué era lo que le parecía más hermoso de ella, su cabellera castaña oscura que caía sobre la almohada, su tez blanca como la nieve, o los ojos que tenía cerrados como quien duerme plácidamente. Y entre más la miraba más se llenaba su memoria de recuerdos y sus ojos de lágrimas, si el se ponía a pensar cada momento especial de su vida, había sido junto a ella: Su primer día de clases, sus primeras fotografías, los cumpleaños en los que ella siempre lo despertaba con una chocolatina del tamaño de un cuaderno, cuando visitó la casa de sus padres ahora reconstruida, la primera vez que fue al campo, y el que tal vez fue el dia mas importante de su vida: el día que descubrió que podía dibujar.
Cristian no era como todos los niños que desde pequeños les gustaba dibujar y que a medida que van creciendo o pierden el gusto, o desarrollan habilidades, cuando era pequeño el era más feliz a la hora de cantar, recortar, moldear plastilina o triturar papel, el dibujo no ocupó parte importante en su vida hasta que cumplió los doce años, Diana tenía que trabajar así que llevaba a Juan a una guardería todos los días, mientras Cristian estaba en el colegio, un día que Cristian no tuvo clases la acompañó a la guardería y la acompañó a hacer unas compras, comieron helado, rieron y dieron vueltas por ahí, en una de las plazoletas del centro comercial estaban en una competencia de padres e hijos, asi que Diana entró con él, hicieron manualidades, jugaron y bailaron, pero no fue sino en la última prueba cuando Diana y Cristian se llevaron una sorpresa, tenían que dibujar una estatua que se encontraba ahí expuesta en la misma plazoleta, les dieron lápiz y papel, y Cristian se dedicó a dibujar, a los pocos minutos tenía en el papel una representación casi exacta de la estatua, sólo que a blanco y negro y una gamma de sombras que ni el mismo Cristian podía explicar cómo las había hecho, Ganaron esa etapa del concurso, y se fueron hablando hasta la hora de recoger a Juan. Cristian nunca había aprendido técnicas de dibujo, ni había consagrado horas a ese arte y resulta ahora que no era malo haciéndolo, de hecho era bastante bueno, Cristian recordaba las palabras de Diana en aquellos momentos:
- Heredaste el don de tu madre, ella era una gran artista -
Diana siempre lo apoyó desde ese entonces, Cristian empezó a dibujar para relajarse desestresarse y a veces para escapar del mundo que lo rodeaba cuando tenía muchos problemas, le gustaba dibujar paisajes, llenos de flores y árboles tallados con caras benevolentes, o ríos grandes y limpios donde los animales se reunían a beber de sus aguas. Diana le regaló al cumplir 13 años,lápices, colores, cuadernos de dibujo, un caballete, pinturas, una paleta y cientos de lienzos, aunque el se dedicó más a dibujar en papel, la pintura era algo que él nunca había probado y tenía miedo de no pintar bien y que sus dibujos quedaran feos, y ¿para qué arriesgarte a hacer algo mal cuando sabes que tienes los medios para hacerlo bien?.
Mientras pensaba en todo ello, y sin darse cuenta, había sacado su cuaderno y sus lápices, y había hecho un retrato de su Tía, más hermoso que cualquiera que le hubiera dibujado antes, tenía una corona de rosas, y una orquídea con cada pétalo de un color diferente sin perder la armonía entre sus dedos.
- Hot cakes! - exclamó emocionado.
La empleada había pedido el día libre y ya que Darío, el tío político de Cristian no sabía cocinar otra cosa entonces ese fue el desayuno del día, huevos y hot cakes. Iba a ser un largo día, y el semblante de Darío no auguraba nada bueno.
- Qué sucede Darío - preguntó Cristian algo inquieto
- los médicos llamaron hace poco - respondió desde el otro lado de la cocina, dándose la vuelta y dejando ver su delgado y triste rostro - Tu tía, depende cada vez más del respirador y le están aplicando morfina. Falta poco -
El rostro de Cristian se ensombreció, hacía un par de meses le habían descubierto a su tía Diana un tumor pulmonar, cada día estaba más delicada y hacía tres días se encontraba hospitalizada, en esos momento Cristian sentía que el era el centro de toda las tragedias, y que no importara en qué familia se encontrara siempre él la iba a llevar a la ruina. Solía pensar en eso desde que a su Tía Diana le habían diagnosticado el cáncer aunque ella decía que no era culpa del chico.
El silencio reinó en la cocina un par de minutos, hasta que fué interrumpido por el llanto de Darío, Cristian nunca lo había visto llorar, siempre fue un hombre rudo, fuerte y resistente y ahora estaba ahi, derrumbándose frente a él, en la escena más irreal que él se pudiera imaginar,entonces se levantó, y se hizo junto a Darío, y le cruzó el brazo por la espalda, y asi duraron un buen rato. Darío se desahogó entonces, no tenía ni idea de cómo le iba a decir a Juan su pequeño hijo lo que estaba ocurriendo, el niño sólo tenía unos 7 años y no era justo que tan joven perdiera a su madre de una forma tan cruel.
Tras un rato de desahogamiento mutuo se alistaron y tomaron un taxi hasta el hospital, no hablaron en todo el camino, Cristian se limitaba a mirar por la ventana y pensar qué sería de su vida sin Diana.
Después del incendio, Diana, la hermana menor de Jonaz se hizo cargo del pequeño Cristian y lo crió como su propio hijo, cuando Cristian cumplió los 10 años, Diana se casó con Darío y un año después nació Juan asi que Cristian siempre fue un hermano mayor para su primo. Cristian pensaba que no era justo que Juan estuviera estudiando mientras su mamá estaba tan grave en el hospital, pues Darío lo había mandado al colegio como cualquier otro día, y el pequeño tal vez ni siquiera se imaginaba la verdadera magnitud de la situación,a Cristian le hubiera gustado estar ahi, en lugar que en clase en caso de que a Diana le pasara algo, pero como había terminado el colegio y no había clasificado en ninguna universidad tenía el tiempo para acompañar a Darío en esos momentos.
Cristian recordaba la primera vez que le preguntó a Diana sobre sus padres, debía tener unos 3 o 4 años y llevaba viviendo con ella poco más de un año, Diana no supo explicarlo lo que sucedió realmente:
- los bomberos dicen que el fuego se inició en el estudio, de ahí pasó a la habitación de tus padres y luego a tu habitación- Dijo ella - la casa completa estaba ardiendo en cuestión de minutos, pero nunca encontraron a tus papás, y tu habitación estaba prácticamente intacta, tu sobreviviste de milagro, eres un milagro, eres mi milagro -
Cuando recordó esto, los ojos de Cristian dejaron escapar una silenciosa lágrima que se escurrió por su mejilla, él, aunque recordaba a sus padres, nunca generó sentimientos hacia ellos, y siempre consideró a Diana como su madre, siempre fue benevolente con él, justa y dura cuando tuvo que serlo, y Cristian nunca tuvo la oportunidad de decírselo, eso era triste, más allá que cualquier otra cosa.Él sabía que a Darío también le dolía, pero era un dolor diferente, mas fuerte, más suave eso nunca lo pudo adivinar, pero si sabía que el sentimiento que los unía era muy poderoso, ellos salían desde que salieron de Bachillerato, mas o menos a la misma edad de Cristian y su noviazgo pasó por muchos y grandes obstáculos, el propio Cristian era uno de ellos, pues Diana se hizo cargo de él a la edad de veinte años, y eso no la separó de Darío. Aunque Cristian nunca pudo ver a Darío como una imagen paterna, si le tenía mucho cariño pues nunca objetó nada sobre él, ni cuando Diana se hizo cargo de su crianza, ni cuando él y Diana se iban a casar, ni siquiera cuando Juan nació, simplemente, Cristian desde el inicio fue un miembro más de esa familia, muy a su pesar.A Cristian no le gustaba ser un mantenido, mucho menos de una familia que ni siquiera era la suya, compartir el estatus de hijo con un niño que si era el legítimo hijo de aquella pareja era algo que lo incomodaba frecuentemente aunque nunca lo dijo, por que sabía que tanto Diana como Darío lo querían como un hijo propio y les dolería saber que el se sentía excluido, aunque así era, el siempre se sintió en una familia prestada.
Comenzando con que él no se parecía a ninguno en aquella familia, mientras todos tenía el cabello oscuro el lo tenía de un castaño brillante, que contrastaban con sus ojos verdes, y tenía ese rasgo por el que siempre lo habían molestado: sus orejas, no había nada que pudiera hacer, sus orejas eran largas, delgadas y en cierta forma como estiradas hacia atrás así que había sido un tormento para el entrar al colegio donde todos se burlaban de ello, además el era el más alto de la clase, y de su familia, era mucho más alto que la misma Diana que de por si era muy alta.
Al poco tiempo llegaron al hospital, subieron las escaleras y entraron en la habitación de Diana, todo marcado por el profundo silencio con el que actuaban, diana estaba ahí, acostada, con su cabellera negra y su semblante de princesa de cuento de hadas inmutable, pese al profundo dolor que le debía estar infringiendo su enfermedad, Cristian se quedó un buen rato contemplándola, como nunca la había contemplado, esa belleza externa e interna que hacían de Diana la persona más importante en su vida, no sabía qué era lo que le parecía más hermoso de ella, su cabellera castaña oscura que caía sobre la almohada, su tez blanca como la nieve, o los ojos que tenía cerrados como quien duerme plácidamente. Y entre más la miraba más se llenaba su memoria de recuerdos y sus ojos de lágrimas, si el se ponía a pensar cada momento especial de su vida, había sido junto a ella: Su primer día de clases, sus primeras fotografías, los cumpleaños en los que ella siempre lo despertaba con una chocolatina del tamaño de un cuaderno, cuando visitó la casa de sus padres ahora reconstruida, la primera vez que fue al campo, y el que tal vez fue el dia mas importante de su vida: el día que descubrió que podía dibujar.
Cristian no era como todos los niños que desde pequeños les gustaba dibujar y que a medida que van creciendo o pierden el gusto, o desarrollan habilidades, cuando era pequeño el era más feliz a la hora de cantar, recortar, moldear plastilina o triturar papel, el dibujo no ocupó parte importante en su vida hasta que cumplió los doce años, Diana tenía que trabajar así que llevaba a Juan a una guardería todos los días, mientras Cristian estaba en el colegio, un día que Cristian no tuvo clases la acompañó a la guardería y la acompañó a hacer unas compras, comieron helado, rieron y dieron vueltas por ahí, en una de las plazoletas del centro comercial estaban en una competencia de padres e hijos, asi que Diana entró con él, hicieron manualidades, jugaron y bailaron, pero no fue sino en la última prueba cuando Diana y Cristian se llevaron una sorpresa, tenían que dibujar una estatua que se encontraba ahí expuesta en la misma plazoleta, les dieron lápiz y papel, y Cristian se dedicó a dibujar, a los pocos minutos tenía en el papel una representación casi exacta de la estatua, sólo que a blanco y negro y una gamma de sombras que ni el mismo Cristian podía explicar cómo las había hecho, Ganaron esa etapa del concurso, y se fueron hablando hasta la hora de recoger a Juan. Cristian nunca había aprendido técnicas de dibujo, ni había consagrado horas a ese arte y resulta ahora que no era malo haciéndolo, de hecho era bastante bueno, Cristian recordaba las palabras de Diana en aquellos momentos:
- Heredaste el don de tu madre, ella era una gran artista -
Diana siempre lo apoyó desde ese entonces, Cristian empezó a dibujar para relajarse desestresarse y a veces para escapar del mundo que lo rodeaba cuando tenía muchos problemas, le gustaba dibujar paisajes, llenos de flores y árboles tallados con caras benevolentes, o ríos grandes y limpios donde los animales se reunían a beber de sus aguas. Diana le regaló al cumplir 13 años,lápices, colores, cuadernos de dibujo, un caballete, pinturas, una paleta y cientos de lienzos, aunque el se dedicó más a dibujar en papel, la pintura era algo que él nunca había probado y tenía miedo de no pintar bien y que sus dibujos quedaran feos, y ¿para qué arriesgarte a hacer algo mal cuando sabes que tienes los medios para hacerlo bien?.
Mientras pensaba en todo ello, y sin darse cuenta, había sacado su cuaderno y sus lápices, y había hecho un retrato de su Tía, más hermoso que cualquiera que le hubiera dibujado antes, tenía una corona de rosas, y una orquídea con cada pétalo de un color diferente sin perder la armonía entre sus dedos.
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