12.El camino entre los valles

Cristian no sabía qué decir, se quedó mirando a la criatura que estaba arrodillada frente a él, y se quedó asi por un buen tiempo mientras Fhrantz daba vueltas refunfuñando, finalmente le dió unos toques en el costado al sujeto con el cabo de la espada, y lo llamó lejos de Cristian, él sólo los veía hablar en la distancia, con palabras que el no podía entender. El perro se sentó a su lado y él se agachó para acariciarlo.
Al cabo de unos instantes, la charla pareció terminar, el sujeto de la cola de gato miró a Cristian le hizo una reverencia, y entonces se lanzó como haciendo un clavado hacia el suelo, y empezó a correr en sus cuatro extremidades, sin perder su forma humanizada, rápidamente su silueta se perdió en la lejanía, entonces Fhrantz se acercó al muchacho, y lo levantó con una señal de su espada.

-Alístate muchacho - dijo apresurando el paso hacia la cabaña - nos vamos de aquí -

- ¿A dónde? ¿ Por qué? - preguntó el muchacho tratando de alcanzarlo, el hombre caminaba más rápido de lo que Cristian hubiera imaginado.
-Utilicé magia para detener a ese Moël - dijo con un tono de preocupación - Me expuse demasiado para portegerte, si alguien sintió la magia, los hombres del Rey estarán aquí pronto, asi que nos vamos a las Montañas del norte, hogar de tu "guardian felino" - terminó sarcásticamente y refunfuñó de nuevo mientras entraba apresuradamente a la casita.
-¿Quién era él? ó más bien ¿Qué era él? - preguntó Cristian mientras se ponía los zapatos que había dejado en la cabaña.
- Es un Moël- dijo mientras empezaba a sacar sacos y bolsas de todas partes - Uno de los pueblos más antiguos de este reino, dícen que cuando nuestra raza era casi totalmente pura, y que hasta los castizos más criollos tenían magia en su sangre, los hermanos del rey huyeron con las felinas de los montes, feroces fieras poco amistosas, y que sus hijos fueron los primeros de los Moëli, un pueblo de híbridos, descendientes directos de los antiguos elfos, por mucho tiempo tuvieron buena fama de guardianes y de buenos cazadores, y médicos, pues heredaron de sus padres su lengua y su habilidad con las plantas, ahora los acusan de ser bandidos y los buscan-
Cristian permaneció en silencio mientras ayudaba a su compañero a empacar las ultimas moniciones y salieron como una tromba de la cabaña, en dirección a las montañas que se alzaban muy al norte de ese lugar.
Fhrantz rompió el silencio tras una hora o dos que le habían aprecio interminables a Cristian.
- Los Moëli saben mucho de magia y artificios, tal vez asi supieron de tu existencia, y te cuidaron, me preocupa que Jhoël u Oklant te descubrieran de la misma manera -
- Dá igual - contestó el muchacho - ya saben que existo, casi me atrapan -
Fhrantz lo miró con una expresión reprimente
- Tienes que tener mucho cuidado, tienes más enemigos que aliados, y los pocos que tienes no podrán cuidarte siempre, debes agradecer que el jefe de los Moëli te dará posada y resguardo en sus dominios -
-¿Por qué se preocupan tanto por mí? - preguntó Cristian con rebeldía - ¿Es por mi madre? ¿era ella tan buena con todos? -
- Sí! - contestó con energía Fhrantz mientras tomaba a Cristian de la quijada tratando de capturar su mirada, el muchacho se resistía - Mírame, no, Mirame! ... y no sólo por eso, sino por que eres el único que puede reclamar el trono y salvar este reino del agujero en el que está cayendo por culpa de ese hemófago -
-No me vana  dar el trono como si de un dulce se tratara - dijo Cristian soltándose y caminando de nuevo.
-No, pero te lo tendrán que dar, si el reino entero te considera más apto para la corona que Jhoël, o si libras las batallas adecuadas - dijo Fhrantz, mientras empezaba a subir la colina que tenían en frente, el terreno se hacía más elevado.
-Batallas??- preguntó Cristian asustado - yo no sé pelear -
- Aprenderás, no creerás que te llevaremos al castillo de Koltbàn mañana en la mañana ¿o si? - dijo Fhrantz con una sonrisa, mientras avanzaba - tendrás que prepararte primero -
En ese momento subían por la primera de las montañas que se atisbaban desde la cabaña, aunque Cristian esperaba estar muy lejos de ella, se sorprendio al volverse y ver hacia abajo y hacia el oriente la cabaña, y se dio cuenta que habían hecho un rodeo para subir la colina, entonces notó que lejos, donde el río se perdía de vista habían unos puntos negros que avanzaban velozmente hacia el valle como pájaros de una bandada, pero volaban muy bajo.
- Qué es eso? - preguntó Cristian
Fhrantz que había avanzado ya algunos metros, se volvió y atisbó en la distancia, entrecerrando los ojos, al cabo de unos minutos su expresión cambió.
- Hroken d'Aran - dijo y trotó hacia una saliente cercana
- ¿ Qué? -  preguntó Cristian que lo seguía, apresurado por las señas que el asustado hombre le hacía desde atrás de la roca.
- Caballeros del Rey - dijo mientras miraba los puntos que ahora cruzaban el río en un vado a un par de kilómetros de la desembocadura.- No deben vernos -
- ¿Van hacia la cabaña? -
- Es lo más probable - contestó Fhrantz con miedo en la voz - nunca se alejan tanto del pueblo, deben haberme descubierto, lo mejor será pasar la noche aquí, no podemos arriesgarnos a continuar con ellos pisándonos los talones - mientras decía eso empezó a acercar ramas y arbustos cercanos ahsta hacer una especie de corral al rededor de ellos, y luego acercó rocas, y entre ellas clavó ramas y extendió una manta que llevaba en la bolsa como techo, y la cubrió de hojas, todo relativamente rápido por lo que Cristian se daba cuenta que no era la primera vez que Fhrantz huía de esa forma, finalmente había camuflado un refugio lo suficientemente grande para ellos dos y el perro y luego sacó una esfera negra como la noche, pero con cierto parecido a la que Cristian había visto en casa de Shanti, sólo que esta se veía más grande, y más pesada. Frantz la puso adentro de la carpa y se dispuso a mirarla, Cristian también trataba de ver alguna forma en ella pero no tuvo éxito, tal vez era una esfera más compleja que la de Shanti, entonces asomó la cabeza por el medio de la sábana y la roca que los escondía y se dispuso a mirar.
Al cabo de unos minutos observó como los puntos, ya evidentemente hombres montados a caballo se acercaban a la cabaña y desmontaban, aunque no estaban tan cerca, Cristian se sorprendió de la buena vista que tenía, pues en la ciudad llena de casas y edificios y con un aire obviamente contaminado, pocas oportunidades hay de ver a esa distancia, aun asi Cristian tenía que esforzarse para ver los detalles, veía los hombres moverse, la gran mayoria vestian oscuro, o gris o negro, y se movían haciéndose señas, luego uno de ellos tomó algo, pero ¿qué era? ¿una rama? ¿ un bastón? entonces un pequeño destello reflejó la luz del sol poniente.
- Una espada! - dijo Cristian susurrando en voz alta
- Shhh! A callar! - alegó Fhrantz sin quitar la vista de la piedra - puede haber más de ellos cerca, y si no los hay los habrán luego de que se den cuenta que nos fuimos -
Cristian entonces se tapó la boca y siguió mirando, los hombres ya habían entrado, y dos habían salido moviendo agitadamente los brazos, en señal de disgusto, le dieron la vuelta a la cabaña y se alejaron del resto, de la cabaña salieron otros tres, más imponentes, al parecer más importantes, los del traje negro, y se dirigieron de forma imperiosa a los caballos, los  montaron y se dividieron en la lejanía excepto uno, que se giró antes en su caballo y lanzó algo hacia la cabaña, entonces se dió vuelta y cabalgó lejos.
Cristian apenas comprendía la situación cuando un destello azul y morado lo ensegueció por un segundo, cuando volvió a mirar una pequeña onda de color rojizo se levantaba desde donde había estado hace un segundo la cabaña y ahora solo había un despegue de escombros elevandose incluso más alto aun que la columna de humo verde que salía del terreno que en forma de círculo al rededor, cambiaba su color de verde a negro. Cristian miró aterrado, las tablas y las telas que volaban cerca de las nubes para volver a bajar varios minutos después.
Cuando el jóven metió la cabeza en la pequeña tienda, encontró a Fhrantz totalmente consternado, mirando al vacío y acariciando mecánicamente las orejas del perro.
-Ya pasó Kríëfón, ya pasó - decía cada vez que el animal levantaba la mirada hacia su amo.
Después de un par de horas, Fhrantz se calmó, sacó unos trozos de pan seco, le dió a Cristian y al perro, pero no comió él, y luego se acostaron en la hierba a dormir, esperando que la enorme roca que sobresalía tras ellos los pudiera cuidar hasta el amanecer.
Cristian tuvo un sueño intranquilo, hasta que derrepente sintió ruidos cerca y se incorporó rápidamente, Fhrantz ya estaba despierto, tendido en el piso y le hizo señas a Cristian para que hiciera lo mismo, el muchacho se acostó bocabajo y esperó.
El sonido se acercaba, eran evidentemente cascos de caballo subiendo por la pendiente, acercándose con amedrentante celeridad, pero así como llegaron se fueron, fuese quien fuese había pasado la roca de largo sin notar la presencia del muchacho, el hombre y el perro que también se encontraba agazapado contra el suelo.
Fhrantz entonces le hizo señas a Cristian para que levantara el campamento, cosa que hicieron rápidamente, y el muchacho entonces comenzó a seguir a Fhrantz que trataba de bajar de la colina por una escarpada pendiente de roca blanca, Cristian no se explicaba cómo podía ver tan claramente en la oscuridad pues no había amanecido aún y tampoco había luna, además hacia un frío entumecedor que le llegaba al muchacho hasta los huesos, descendieron por entre los peñascos al menos cincuenta metros y entonces Fhrantz empezó a subir a la colina siguiente de la pequeña cadena montañosa que, Cristian empezaba a notar, había detrás de la colina de la roca.

La subida de esta segunda colina no fue menos tortuosa que la bajada de la primera, sobre todo para el perro que tuvo que ser cargado en varias ocasiones y antes de llegar a la cima ya empezaban a salir los primeros rayos del sol, finalmente cuando el sol empezó a emerger al suroriente de la colina los cansados viajeros llegaron a una zona plana desde donde se podria subir a la cima fácilmente, a medida que iban avanzando veían cada vez más árboles hasta que se adentraron en un pequeño bosque en la parte más alta de la colina que resultaba ser más alta de lo que le había parecido a Cristian cuando empezó a subirla, finalmente llegaron a un corte abrupto del bosque donde la linea de arboles se dibujaban hacia adentro de la colina, y desde el cual empezaba un enorme paisaje verde que empezaba a descender hasta el valle detrás de la cadena montañosa. Cristian nunca había visto algo tan majestuoso, habia visto enormes montañas en su tierra, cuando iba de viaje con su familia, veía cómo las carreteras cruzaban terrenos increíbles pero nada comparado con ésto, se encontraban en una montaña a unos seiscientos metros del valle, en una cadena montañosa más o menos mediana, que hacía una línea diagonal hacia el norte y el occidente, para unirse finalmente con una línea de montañas más altas y más áridas y escarpadas, dónde el verde era poco y el color a roca predominaba, que recorría de oriente a occidente hasta donde alcanzaba la vista, hacia el oriente dónde el brillo del sol no permitía ver mucho, se veía un sendero que descendía desde, suponía Cristian, la colina de la roca hasta el valle en dirección a un caserío que apenas se dibujaba en la distancia, y en dónde seguramente los sujetos a caballo los estarían buscando.
- Ahí está nuestro destino - dijo Fhrantz interrumpiendo los pensamientos de Cristian
- ¿Ese caserío de allá? - preguntó
- No, ni en sueños debemos aparecernos en los pueblos de la zona - contestó Fhrantz tajantemente
- Entonces, ¿a dónde vamos? -
-Al hogar de los Moëli, las Montañas que separan Kunkmark de Krolmark, ésas de allí - finalizó señalando las altas formaciones rocosas que se veían al norte - Es un largo recorrido desde aquí, pero es más dificil que nos sigan el rastro así -
Comenzaron a descender las colinas, lo cual les resultó mucho más fácil q subirla,  y comenzaron a caminar sin descanso en dirección a las montañas que cada vez se elevaban más y más delante de ellos.
Aunque Cristian era un caminante nato, nunca había recorrido una distancia similar y las piernas le dolían constantemente, pero la imagen de los sujetos a caballo lo mantenía en Pie.
Cuando el Sol se tornó rojizo y se ponía detrás de las montañas de occidente Fhrantz habló de nuevo, cosa que agradeció Cristian.
- Tendremos que buscar refugio, nunca es bueno caminar de noche - dijo al tiempo que se acercaba a un grupo de árboles cercanos
Cristian sonrió con vehemencia y siguió al anciano que de nuevo empezaba a levantar un improvisado campamento, se sentó, se quitó los zapatos y fue a llenar la cantimplora que el anciano le había dado y que ahora se encontraba casi vacía, en un arroyo que serpenteaba cerca a los árboles. Cuando terminó metió los pies en el agua y se dejó caer de espaldas en la hierba, casi estaba dormido cuando oyó el murmullo de Fhrantz.
- Muchacho, ven aquí, pronto!-

lunes, 21 de junio de 2010 en 22:00

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