13. El pueblo de los Moëli

Cristian trotó hasta donde estaba el ermitaño.
-¿Qué ocurre?- Preguntó sin ánimos.
Fhrantz se demoró en contestar, miraba un punto fijo colina abajo, luego señaló un punto luminoso que parecía crecer abajo en la explanada - Mira allá -

Cristian entrecerró sus ojos. No distinguía muy bien las formas, pero lo que el anciano señalaba parecía ser un caserío en la lejanía. Al poco tiempo sus ojos se adaptaron un poco, y empezo a ver claramente la forma de las casas de un pueblo a oscuras, en un extremo sin embargo todas las casas  tenían pálidas luces amarillas encendidas, antes de que Cristian pudiera preguntar qué ocurría vió destellos de color verdoso en partes a oscuras del pueblo seguidas por la luz amarilla que señalaba que los habitantes de la casa se levantaban. Fhrantz habló.

- Nos están buscando, casa por casa-
-  Dijiste que lo harían - increpó Cristian - ¿No es asi?-
- Dije que nos buscarían, pero nunca ví tanto empeño en la busqueda de nadie que usara magia, ni siquiera cuando me seguían a mí- Respondió el anciano pensativo. A los pocos segundos miró a Cristian con una mirada oscura, que apenas se distinguía en la oscuridad. - Dime muchacho, ¿alguien más sabe que estás aquí?, ¿Le contaste a alguien de tus padres?-

-N..no, bueno, pues he estado buscando información, pero ni yo mismo sabía como llegar aquí, fue un accidente, lo juro- Respondió inquieto el muchacho.
- Accidente o no, te estaban esperando, y nos dimos el lujo de cometer muchos errores, si no llegamos pronto a las montañas estaremos rodeados y sin escape- Fhrantz analizó sus palabras y luego agregó - Duerme muchacho, descansa, mañana nos levantaremos a primera hora-

El sueño de Cristian fue intranquilo, aunque cayó dormido rápidamente, constantemente se sacudía víctima de sus propios sueños, en el último sueño la tierra temblaba debajo de sus pies, y todo se sacudía, sentía frío y corría en medio de las colina sin llegar a ninguna parte, de repente aparecía un sujeto con los dedos llenos de anillos, todo el bosque se encendió en llamas, el sujeto controlaba el paso del fuego con sus manos. Cristian miró su rostro, lo conocía, esa nariz, esa mirada. Era él.

Despertó asfixiado, agitado y de forma brusca, aunque no abrió los ojos, había tenido suficientes pesadillas como para darles mucha importancia al despertar, sin embargo, ésta en especial lo había dejado bastante intranquilo, sobr todo porque aún podía sentir muchas partes del sueño a su alrededor, el calor del fuego en su cara, y el movimientodel suelo. Estaba a punto de dormirse otra vez cuando un movimiento brusco debajo de él le informó que la sensación de inestabilidad no era producto de su imaginación. Abrio los ojos y se sentó con brusquedad, lo que le hizo perder la visión unos cuantos segundos. Mientras empezaba a distinguir entre las sombras, se dió cuenta que las turbulencias del suelo eran cada vez más bruscas; estaba moviendose a gran velocidad. El pánico lo invadió.


Cristian se fregó los ojos con insistencia y por fin se adaptó a la luz. Ya había salido el sol, y se encontraba sobre una especie de balsa de caña que se deslizaba rápidamente sobre el suelo, al lado suyo se encontraba Fhrantz fumando plácidamente una pipa, y el perro que dormitaba ruidosamente en el regazo del anciano. Giró sobre su eje hacia donde se dirigía el extraño artefacto y se dió cuenta que estaba siendo arrastrada por al menos media docena de gatos que corrían a gran velocidad por la rivera de un río. Tardó en darse cuenta que habían dejado las colinas atrás y que se adentraban por un estrecho paso en las faldas de la cordillera que se levantaba imponente sobre sus cabezas.

-Tienes un sueño pesado- Dijo Fhrantz entre una bocanada de humo blanco - tuvimos que arrastrarte hasta el trineo porque no pudimos despertarte-
Cristian contestó con una mirada de culpa y bostezó - ¿Dónde estamos? -
- Saliendo de los territorios de Künkmark y entrando en una zona perdida entre los dominios del rey y los del Dizrhoëk, en donde los Moëli se asientan-
Cristian lo miro con expresión de perplejidad
- Ya habrá tiempo de explicarte, por ahora prepárate, ya vamos a llegar- dijo Fhrantz afanosamente. El perro despertó.

A medida que avanzaban por lo que parecía ser un cañón esculpido en medio de la montaña, la luz del sol dejó de tocarlos directamente por lo que toda la luminosidad venía del cielo azul que se vislumbraba más allá de las mesetas a ambos lados del río. Aunque permanecían en la sombra, la luminosidad era alta.  Poco a poco a ambos lados, por la pared de roca Cristian empezó a notar formas color madera que se asemejaban a la concha de una almeja abierta hacia el cielo que aparecían esporádicamente aquí y allá, cada vez más numerosas y más bajas, ya que las primeras que vió se encontraban en lo alto del risco. Cuando Cristian bajó la mirada vió un bosquecillo de arboles grisáceos (probablemente por la falta de luz del sol) y cerca de él un codo en el que el río giraba bruscamente hacia la izquierda por lo que la pared de roca se interponía en su camino. Poco antes de llegar al codo, el improvisado trineo giró siguiendo el sentido del río y mostrando su emboque en un pequeño lago de aguas cristalinas, al que Cristian detalló de últimas pues frente a él se mostraba uno de los paisajes más imponentes de todos.

Del enorme risco caía una fina cascada alrededor de la cual se apiñaban en la roca las formaciones de madera que Cristian ya había notado, y se extendían irregularmente en todas direcciones. Estaban unidas entre ellas por puentes y escaleras rudimentarios, y al nivel del suelo, se levantaban algunas cabañas del mismo material de las formaciones, y del trineo en el que la inusual compañía había llegado. De todas las construcciones que habían salían a los puentes y escaleras de mano más y más sujetos de rostros extraños y colas de gato de todos los colores posibles, mirando con curiosidad a los recién llegados.

Fhrantz volvió a hablar. Te presento la última morada del pueblo de los hombres gato.




lunes, 8 de abril de 2013 en 21:03 , 0 Comments

12.El camino entre los valles

Cristian no sabía qué decir, se quedó mirando a la criatura que estaba arrodillada frente a él, y se quedó asi por un buen tiempo mientras Fhrantz daba vueltas refunfuñando, finalmente le dió unos toques en el costado al sujeto con el cabo de la espada, y lo llamó lejos de Cristian, él sólo los veía hablar en la distancia, con palabras que el no podía entender. El perro se sentó a su lado y él se agachó para acariciarlo.
Al cabo de unos instantes, la charla pareció terminar, el sujeto de la cola de gato miró a Cristian le hizo una reverencia, y entonces se lanzó como haciendo un clavado hacia el suelo, y empezó a correr en sus cuatro extremidades, sin perder su forma humanizada, rápidamente su silueta se perdió en la lejanía, entonces Fhrantz se acercó al muchacho, y lo levantó con una señal de su espada.

-Alístate muchacho - dijo apresurando el paso hacia la cabaña - nos vamos de aquí -

- ¿A dónde? ¿ Por qué? - preguntó el muchacho tratando de alcanzarlo, el hombre caminaba más rápido de lo que Cristian hubiera imaginado.
-Utilicé magia para detener a ese Moël - dijo con un tono de preocupación - Me expuse demasiado para portegerte, si alguien sintió la magia, los hombres del Rey estarán aquí pronto, asi que nos vamos a las Montañas del norte, hogar de tu "guardian felino" - terminó sarcásticamente y refunfuñó de nuevo mientras entraba apresuradamente a la casita.
-¿Quién era él? ó más bien ¿Qué era él? - preguntó Cristian mientras se ponía los zapatos que había dejado en la cabaña.
- Es un Moël- dijo mientras empezaba a sacar sacos y bolsas de todas partes - Uno de los pueblos más antiguos de este reino, dícen que cuando nuestra raza era casi totalmente pura, y que hasta los castizos más criollos tenían magia en su sangre, los hermanos del rey huyeron con las felinas de los montes, feroces fieras poco amistosas, y que sus hijos fueron los primeros de los Moëli, un pueblo de híbridos, descendientes directos de los antiguos elfos, por mucho tiempo tuvieron buena fama de guardianes y de buenos cazadores, y médicos, pues heredaron de sus padres su lengua y su habilidad con las plantas, ahora los acusan de ser bandidos y los buscan-
Cristian permaneció en silencio mientras ayudaba a su compañero a empacar las ultimas moniciones y salieron como una tromba de la cabaña, en dirección a las montañas que se alzaban muy al norte de ese lugar.
Fhrantz rompió el silencio tras una hora o dos que le habían aprecio interminables a Cristian.
- Los Moëli saben mucho de magia y artificios, tal vez asi supieron de tu existencia, y te cuidaron, me preocupa que Jhoël u Oklant te descubrieran de la misma manera -
- Dá igual - contestó el muchacho - ya saben que existo, casi me atrapan -
Fhrantz lo miró con una expresión reprimente
- Tienes que tener mucho cuidado, tienes más enemigos que aliados, y los pocos que tienes no podrán cuidarte siempre, debes agradecer que el jefe de los Moëli te dará posada y resguardo en sus dominios -
-¿Por qué se preocupan tanto por mí? - preguntó Cristian con rebeldía - ¿Es por mi madre? ¿era ella tan buena con todos? -
- Sí! - contestó con energía Fhrantz mientras tomaba a Cristian de la quijada tratando de capturar su mirada, el muchacho se resistía - Mírame, no, Mirame! ... y no sólo por eso, sino por que eres el único que puede reclamar el trono y salvar este reino del agujero en el que está cayendo por culpa de ese hemófago -
-No me vana  dar el trono como si de un dulce se tratara - dijo Cristian soltándose y caminando de nuevo.
-No, pero te lo tendrán que dar, si el reino entero te considera más apto para la corona que Jhoël, o si libras las batallas adecuadas - dijo Fhrantz, mientras empezaba a subir la colina que tenían en frente, el terreno se hacía más elevado.
-Batallas??- preguntó Cristian asustado - yo no sé pelear -
- Aprenderás, no creerás que te llevaremos al castillo de Koltbàn mañana en la mañana ¿o si? - dijo Fhrantz con una sonrisa, mientras avanzaba - tendrás que prepararte primero -
En ese momento subían por la primera de las montañas que se atisbaban desde la cabaña, aunque Cristian esperaba estar muy lejos de ella, se sorprendio al volverse y ver hacia abajo y hacia el oriente la cabaña, y se dio cuenta que habían hecho un rodeo para subir la colina, entonces notó que lejos, donde el río se perdía de vista habían unos puntos negros que avanzaban velozmente hacia el valle como pájaros de una bandada, pero volaban muy bajo.
- Qué es eso? - preguntó Cristian
Fhrantz que había avanzado ya algunos metros, se volvió y atisbó en la distancia, entrecerrando los ojos, al cabo de unos minutos su expresión cambió.
- Hroken d'Aran - dijo y trotó hacia una saliente cercana
- ¿ Qué? -  preguntó Cristian que lo seguía, apresurado por las señas que el asustado hombre le hacía desde atrás de la roca.
- Caballeros del Rey - dijo mientras miraba los puntos que ahora cruzaban el río en un vado a un par de kilómetros de la desembocadura.- No deben vernos -
- ¿Van hacia la cabaña? -
- Es lo más probable - contestó Fhrantz con miedo en la voz - nunca se alejan tanto del pueblo, deben haberme descubierto, lo mejor será pasar la noche aquí, no podemos arriesgarnos a continuar con ellos pisándonos los talones - mientras decía eso empezó a acercar ramas y arbustos cercanos ahsta hacer una especie de corral al rededor de ellos, y luego acercó rocas, y entre ellas clavó ramas y extendió una manta que llevaba en la bolsa como techo, y la cubrió de hojas, todo relativamente rápido por lo que Cristian se daba cuenta que no era la primera vez que Fhrantz huía de esa forma, finalmente había camuflado un refugio lo suficientemente grande para ellos dos y el perro y luego sacó una esfera negra como la noche, pero con cierto parecido a la que Cristian había visto en casa de Shanti, sólo que esta se veía más grande, y más pesada. Frantz la puso adentro de la carpa y se dispuso a mirarla, Cristian también trataba de ver alguna forma en ella pero no tuvo éxito, tal vez era una esfera más compleja que la de Shanti, entonces asomó la cabeza por el medio de la sábana y la roca que los escondía y se dispuso a mirar.
Al cabo de unos minutos observó como los puntos, ya evidentemente hombres montados a caballo se acercaban a la cabaña y desmontaban, aunque no estaban tan cerca, Cristian se sorprendió de la buena vista que tenía, pues en la ciudad llena de casas y edificios y con un aire obviamente contaminado, pocas oportunidades hay de ver a esa distancia, aun asi Cristian tenía que esforzarse para ver los detalles, veía los hombres moverse, la gran mayoria vestian oscuro, o gris o negro, y se movían haciéndose señas, luego uno de ellos tomó algo, pero ¿qué era? ¿una rama? ¿ un bastón? entonces un pequeño destello reflejó la luz del sol poniente.
- Una espada! - dijo Cristian susurrando en voz alta
- Shhh! A callar! - alegó Fhrantz sin quitar la vista de la piedra - puede haber más de ellos cerca, y si no los hay los habrán luego de que se den cuenta que nos fuimos -
Cristian entonces se tapó la boca y siguió mirando, los hombres ya habían entrado, y dos habían salido moviendo agitadamente los brazos, en señal de disgusto, le dieron la vuelta a la cabaña y se alejaron del resto, de la cabaña salieron otros tres, más imponentes, al parecer más importantes, los del traje negro, y se dirigieron de forma imperiosa a los caballos, los  montaron y se dividieron en la lejanía excepto uno, que se giró antes en su caballo y lanzó algo hacia la cabaña, entonces se dió vuelta y cabalgó lejos.
Cristian apenas comprendía la situación cuando un destello azul y morado lo ensegueció por un segundo, cuando volvió a mirar una pequeña onda de color rojizo se levantaba desde donde había estado hace un segundo la cabaña y ahora solo había un despegue de escombros elevandose incluso más alto aun que la columna de humo verde que salía del terreno que en forma de círculo al rededor, cambiaba su color de verde a negro. Cristian miró aterrado, las tablas y las telas que volaban cerca de las nubes para volver a bajar varios minutos después.
Cuando el jóven metió la cabeza en la pequeña tienda, encontró a Fhrantz totalmente consternado, mirando al vacío y acariciando mecánicamente las orejas del perro.
-Ya pasó Kríëfón, ya pasó - decía cada vez que el animal levantaba la mirada hacia su amo.
Después de un par de horas, Fhrantz se calmó, sacó unos trozos de pan seco, le dió a Cristian y al perro, pero no comió él, y luego se acostaron en la hierba a dormir, esperando que la enorme roca que sobresalía tras ellos los pudiera cuidar hasta el amanecer.
Cristian tuvo un sueño intranquilo, hasta que derrepente sintió ruidos cerca y se incorporó rápidamente, Fhrantz ya estaba despierto, tendido en el piso y le hizo señas a Cristian para que hiciera lo mismo, el muchacho se acostó bocabajo y esperó.
El sonido se acercaba, eran evidentemente cascos de caballo subiendo por la pendiente, acercándose con amedrentante celeridad, pero así como llegaron se fueron, fuese quien fuese había pasado la roca de largo sin notar la presencia del muchacho, el hombre y el perro que también se encontraba agazapado contra el suelo.
Fhrantz entonces le hizo señas a Cristian para que levantara el campamento, cosa que hicieron rápidamente, y el muchacho entonces comenzó a seguir a Fhrantz que trataba de bajar de la colina por una escarpada pendiente de roca blanca, Cristian no se explicaba cómo podía ver tan claramente en la oscuridad pues no había amanecido aún y tampoco había luna, además hacia un frío entumecedor que le llegaba al muchacho hasta los huesos, descendieron por entre los peñascos al menos cincuenta metros y entonces Fhrantz empezó a subir a la colina siguiente de la pequeña cadena montañosa que, Cristian empezaba a notar, había detrás de la colina de la roca.

La subida de esta segunda colina no fue menos tortuosa que la bajada de la primera, sobre todo para el perro que tuvo que ser cargado en varias ocasiones y antes de llegar a la cima ya empezaban a salir los primeros rayos del sol, finalmente cuando el sol empezó a emerger al suroriente de la colina los cansados viajeros llegaron a una zona plana desde donde se podria subir a la cima fácilmente, a medida que iban avanzando veían cada vez más árboles hasta que se adentraron en un pequeño bosque en la parte más alta de la colina que resultaba ser más alta de lo que le había parecido a Cristian cuando empezó a subirla, finalmente llegaron a un corte abrupto del bosque donde la linea de arboles se dibujaban hacia adentro de la colina, y desde el cual empezaba un enorme paisaje verde que empezaba a descender hasta el valle detrás de la cadena montañosa. Cristian nunca había visto algo tan majestuoso, habia visto enormes montañas en su tierra, cuando iba de viaje con su familia, veía cómo las carreteras cruzaban terrenos increíbles pero nada comparado con ésto, se encontraban en una montaña a unos seiscientos metros del valle, en una cadena montañosa más o menos mediana, que hacía una línea diagonal hacia el norte y el occidente, para unirse finalmente con una línea de montañas más altas y más áridas y escarpadas, dónde el verde era poco y el color a roca predominaba, que recorría de oriente a occidente hasta donde alcanzaba la vista, hacia el oriente dónde el brillo del sol no permitía ver mucho, se veía un sendero que descendía desde, suponía Cristian, la colina de la roca hasta el valle en dirección a un caserío que apenas se dibujaba en la distancia, y en dónde seguramente los sujetos a caballo los estarían buscando.
- Ahí está nuestro destino - dijo Fhrantz interrumpiendo los pensamientos de Cristian
- ¿Ese caserío de allá? - preguntó
- No, ni en sueños debemos aparecernos en los pueblos de la zona - contestó Fhrantz tajantemente
- Entonces, ¿a dónde vamos? -
-Al hogar de los Moëli, las Montañas que separan Kunkmark de Krolmark, ésas de allí - finalizó señalando las altas formaciones rocosas que se veían al norte - Es un largo recorrido desde aquí, pero es más dificil que nos sigan el rastro así -
Comenzaron a descender las colinas, lo cual les resultó mucho más fácil q subirla,  y comenzaron a caminar sin descanso en dirección a las montañas que cada vez se elevaban más y más delante de ellos.
Aunque Cristian era un caminante nato, nunca había recorrido una distancia similar y las piernas le dolían constantemente, pero la imagen de los sujetos a caballo lo mantenía en Pie.
Cuando el Sol se tornó rojizo y se ponía detrás de las montañas de occidente Fhrantz habló de nuevo, cosa que agradeció Cristian.
- Tendremos que buscar refugio, nunca es bueno caminar de noche - dijo al tiempo que se acercaba a un grupo de árboles cercanos
Cristian sonrió con vehemencia y siguió al anciano que de nuevo empezaba a levantar un improvisado campamento, se sentó, se quitó los zapatos y fue a llenar la cantimplora que el anciano le había dado y que ahora se encontraba casi vacía, en un arroyo que serpenteaba cerca a los árboles. Cuando terminó metió los pies en el agua y se dejó caer de espaldas en la hierba, casi estaba dormido cuando oyó el murmullo de Fhrantz.
- Muchacho, ven aquí, pronto!-

lunes, 21 de junio de 2010 en 22:00 , 0 Comments

11. El Gato Montés

Fueron entonces los ladridos del perro los que hicieron que Cristian saliera de sus pensamientos.
El perro salió como un bólido detrás e algo que corrió rápidamente y se alejó de la cabaña a gran velocidad para alojarse en unas rocas al otro lado del río, cerca al lago, Fhrantz entonces, tomó un paquete largo y duro envuelto en sábanas que estaba recostado en una pared, y salió con el rostro sombrío detrás del animal, Cristian los siguió.

Comenzó a preguntarle a Fhrantz que ocurría pero una rápida mirada de desaprobación lo calló de inmediato, siguieron entonces al perro que se encontraba tremendamente alterado junto a als rocas y las rodeaba entre saltos y ladridos, entonces el ermitaño desenvolvió el paquete que había llevado y desenfundó de él una espada larga y brillante. Cristian, nunca en su vida había visto una espada, tal vez en una película o dos pero en la vida real el no había visto nunca armamento de este tipo, tal vez si fuera un experto en estas armas o se hubiera dedicado alguna vez a estudiar algo de ellas, se habría dado cuenta que la ornamentación de aquella espada la hacía digna de alguien con mucho estatus, pero él sólo veía una espada plateada de mango negro, con incrustaciones doradas y con algo escrito en simbolos raros en la hoja, la cual Fhrantz apuntaba directamente a una grieta de una de las rocas, mientras se acercaba lentamente, cuando le quedaban pocos centímetros para introducir la hoja de la espada en la ranura, un gato salió corriendo de ella, y se alejaba velozmente por la pradera, entonces Fhranzt se giró violentamente lo apuntó con la espada y gritó.
-Kölfeht! -
entonces un relámpago cegó a Cristian durante un segundo y cuando se volvió a mirar, el gato estaba quieto, como en animación suspendida, a unos cuantos centímetros del suelo, como si le hubeiran puesto pausa a un video mientras el gato saltaba, Fhrantz entonces se acercó al gato y lo miró detalladamente, el perro también se acercó nervioso por lo que no paraba de ladrar.
Cuando Cristian se acercó un poco más, lo reconoció.
-Hey, es el mismo gato que me ha estado siguiendo! -
Fhrantz lo miró desconcertado
- ¿Desde hace cuánto? -
- Desde la muerte de mi tía hace ya casi un año, me tropiezo con este gato seguido, pero me siguió hasta Katúrâ? -
- La pregunta no es cómo llegó a Katúrâ - dijo Fhrantz apuntando al gato de nuevo - La pregunta es cómo hizo para salir de ella y volver luego -
Entonces hubo otro destello de luz y el gato comenzó a cambiar, las orejas desaparecieron, y el hocico se transformó en una nariz,  le creció cabello en la cabeza mientras el resto de su rostro iba perdiendo el pelaje, empezó a crecer y a erguirse, hasta convertirse en una criatura con el rostro de uno de los hijos de los hombres, sostenido en dos piernas y con dos manos, vestido humildemente, pero con franjas en sus brazos y bigotes de gato en sus mejillas, una mirada penetrante que expresaba rebeldía y una cola felina que se meneaba amenazantemente detrás de él.
Mientras la sorpresa había hecho que Cristian se fuera de espaldas y que el perro dejara de ladrar, Fhrantz en cambio, había adoptado una postura incluso más amenazante que antes y ahora lo miraba como se mira a un enemigo potencial, y le inquirió de forma contundente que se identificara y que expusiera sus propósitos con Cristian que lo habial llevado a seguir al muchacho hasta el Íëzen.
El sujeto contestó con una voz dulce y al tiempo viril
- Mi nombre es Khristân "Kuntaure" hijo de Jhän "Herutaure", señor de los montes de Tulukbàn al norte de Haëdkríëk, y Aran del pueblo de los Moëli, mi gente vivió en paz en los montes escarpados, sin dannâr a nadê, pero el pueblo está diezmado, y los pueblos vecinos también los están, ellos dicen que nos protegen, pero yo los he visto, el ejército de Kroltôrâ, Krolmark! se está llevando a mi gente, y todo seguramente bajo las órdenes de Jhoël "Ekòthe" El enemigo de los libres -
En ese momento se le aguaron sus felinos ojos, y miró  a Fhrantz que bajó la espada
- ¿No deberías referirte a él como "Aran Jhoël Belvié"?* -
- No le desearía larga vidaa ese sujeto, ni por que fuese Aran verdadero, cosa que no és, sólo es una marioneta de Oklant "Belkothe"- entonces miró a Cristian y se inclinó mientras decía - El único rey y señor de estas tierras es aquí el jóven Cristian "Kunharnon", por eso he venido aquí, y lo he escoltado desde que mi pueblo vió su existencia a través de los espejos nénhele del norte, por que Belkothe lo desea más que el oro y la plata y sabe que su existencia es una amenaza a sus designios, asi que daría mi vida protegiéndolo, mi pueblo entero daría su vida por la suya señor, Los Moëli están a su servicio-

*Aran Jhoël Belvié(Larga vida al rey Jhoël en nuestra lengua)

domingo, 13 de junio de 2010 en 21:44 , 0 Comments

10. El Ermitaño del Íëzen

Cristian se mantenía en silencio, miraba perplejo la escena que no alcanzaba a entender en absoluto.

-¿Quién es usted? - logró musitar finalmente
- Me llamo Fhrantz - contestó el sujeto mirándolo de forma inquisidora, no aparentaba tener más de 30 años aunque sus ojos reflejaban una mirada que parecía de alguien mucho mayor.
- ¿Dónde estoy?, ¿Cómo llegué aquí? - comenzó a prguntar Cristan saliendo de su trance mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos.
- Bienvenido al valle del Íëzen - dijo Fhrantz - Disculpa mi "espaniol", no lo domino muy bien, de ¿dónde vienes? me refiero, sé en qué mundo hablan español, pero los humanos de allí no suelen tener la capacidad de cruzar el abismo que separan los mundos-
-¿Estoy acaso en Katúrâ?,¿Cómo sabe de dónde vengo? - preguntaba Cristian, notaba continuamente que estaba obteniendo más preguntas que respuestas
- Ven, cálmate, pasa  a mi cabaña, tal vez despejes más tu mente con un poco de té - dijo Fhrantz mientras se daba la vuelta y se dirigía a la cabaña que parecía ser la única construcción de todo el lugar.
Cristian no salía de su asombro, trataba de no aprpadear para no perderse ni un detalle, aunque todo le era conocido, pues se estaba dando cuenta que hacía pocos instantes había pintado la cabaña de Fhrantz en su estudio y ahora al parecer iba a entrar en ella, nada más ilógico!
Fhratz hizo seguir al muchacho, era una cabaña sencilla, había una pequeña mesa, una cocina en un rincón y una cama en el otro, una chimenea adornaba la unica pared que no tenía ventanas ni puertas y junto a la cual había un perro aparentemente dormido.
"Tengo que despertar" se decía Cristian a sí mismo "no puede ser real"
-¿Cómo llegué aquí? - preguntó nuevamente al desconocido
- No lo sé, no soy adivino, pero lo que sí sé es que no es la primera vez que lo haces- contesto Fhrantz mientras ponía una tetera en el fuego.
- Hacer qué - pregunto Cristian extrañado
- Venir aquí , te he visto de vez en cuando, aparecer y desaparecer, en la noche junto a esa parte del río - respondió mientras le mostraba a Cristian a través de la ventana un río que pasaba justo detrás de la cabaña  - Al parecer estás descubriendo algo que no sabías que podías hacer -
Cristian ene se momento recordó que antes tampoco sabía dibujar y ahora al parecer tambien podía viajar entre mundos a parte.
 La cara de Cristian palideció y al parecer Fhrantz lo notó por que enseguida le dijo
- Si quieres puedes dormir en el catre que esta allí, necesitas descansar, no acostumbro a tener visitas pero pues, parece que viniste a este valle por alguna razón -
Cristian agradeció las atenciones, y se acostó, mirando la lámpara de aceite que iluminaba la estancia, no había visto una de verdad nunca, al menos no tan cerca de él, sino en películas, y mientras pensaba que tal vez su vida misma era irreal se durmió.
Al día siguiente Cristian despertó algo más tranquilo, se levantó y miró a su al rededor, sobre la pequeña mesa había algo que no estaba seguro de qué era pero olía delicioso, no habían rastros del ermitaño, y la puerta estaba abierta, asi que Cristian se dispusoa comer mientras miraba el río por la ventana, cuando terminó, salió al exterior y una cálida brisa le dió los buenos días.
Cristian no podía creer lo que sus ojos veían, frente a él se extendía un valle inmenso todo cubierto de un verde brillante, con uno que otro árbol aquí y allá, y en el medio un lago inmenso en el que embocaba el río que pasaba detrás de la cabaña y desembocaba al otro lado un rio inmenso y caudaloso que bajaba en una cascada imponente, pero lo más imponente de aquella cascada, era que en medio de la caía, habían una enormes estatuas de al menos veinte metros de alto, vestidas como caballeros, y con las manos extendidas a los lados.
Fhantz entonces sorprendió a Cristian por la espalda
-¿Es una hermosa vista no crees? -
- Sí, lo es-
- ¿Qué tal noche pasaste?, ¿Desayunaste?
- Si señor, muchas gracias, no tenía que tomarse esas molestias-
-Es lo menos que puedo hacer por un muchacho con habilidades que aparece en mi valle-
- Perdón, no sé cómo llegué aquí - dijo Cristian acongojado
- No te preocupes por eso, más bien cuéntame de tu familia, no todos los Áfari tenemos habilidades como tú ,¿sabes?, y no creo que a los sujetos que dirigen el reino les agrade la idea de un muchacho mágico que viene y va de aquí para alla , debes tener cuidado -
- ¿Por qué trata de protegerme? - preguntó Cristian intimidado - hasta ahora las personas que saben de donde vengo si no me miran como un bicho raro me intentan matar -
- Justamente por eso - contestó Fhrantz - Te contaré algo, yo solía trabajar en el castillo de Koltbàn, aquí en Haëdkríëk, era el vidente de la reina Isil, pero desde su muerte las cosas han cambiado, no tuve más remedio que alejarme de todo, construir esta ermita y habitar aquí, ver lo que sucede a través de las aguas del lago, hasta que el lago te mostró a tí, y un par de semanas después, "Orêk",Apareciste por arte de magia en mi puerta, entonces, algo tendrás que ver conmigo, cuéntame, tu familia ¿ de qué Reino viene?, son del otro lado del mar, o de las islas del este -
- Pues  por lo que sé, eran de aquí - contestó Cristian
El ermitaño se rió
- Debes estar equivocado, los pocos Áfari de este reino con habilidades están en la casa real, y los conozco bien, no eres ninguno de ellos, ¿ Cómo se llama tu padre ?-
-Jonaz - contestó el muchacho algo intimidado
- No, no conozco a nadie con ese nombre, en serio chico, ¿ de dónde vienes? -
- Pues, mi tía Shanti me dijo que mi madre venía de este lugar -
Fhrantz palideció, y se dejó caer bruscamente en el pasto, con una expresión de sorpresa y de miedo.
- ¿Qué pasa? - preguntó Cristian mientras se lanzaba a ayudar al hombre a levanatrse
- ¿C-co -Cómo se llama tu madre? - tartamudeó
- Shaylan, Shaylan Onccor, ¿la conocías? -
Fhrantz se dejó caer de nuevo y rompió en llanto
- Mi niña, mi dulce niña... - balbuceaba entre lágrimas, entonces levantó los ojos y miró a Cristian
 -¿Cómo está ella?, ¿está bien?-
- Mi madre murió cuando yo tenía unos dos años - contestó Cristian acongojado - La casa en la que vivíamos se quemó -
Fhrantz miro hacia el suelo y arracó un puñado de pasto mientras refunfuñaba
-Esos malditos!-
- Tú, ¿ Conocías a mi madre? ¿ sabes quién lo hizo?-
- Quiénes más si no los Montesori, debí haber sospechado que ellos estaban también detrás de todo esto. Mi pobre niña. Pero alcanzóa  escapar! - luego la expresiond e su rostro cambió y una sombra de preocupación oscureció sus ojos - Debes tener cuidado, ¿cómo llegaste aquí?, ¿Dónde se ocultaba tu madre?, Shanti, ¿ Le hicieron algo a ella también? -
Cristian no sabía qué responder, se suponía que el de las dudas era él! no el sujeto que al parecer le iba a explicar todo, lo levantó, entraron en la cabaña y ahí Cristian se dispuso a contarle todo lo que había vivido en los últimos meses.
-Tú, cómo conociste a mi madre? - preguntó el muchacho inquieto
-Ella era como mi hija en el castillo, ella con sus pinturas y Shanti, siempre en mi taller, aprendiendo, eran la luz de mis ojos -
- ¿Ellas vivían en el castillo de Koltbàn? - preguntó Cristian entusiasmado
-Claro que si! - contesto Fhrantz - Ellas eran las princesas de Haëdkríëk, de hecho Shaylan sería reina en este momento si no hubiera huido, y no la hubieran asesinado! -
Cristian estaba anonadado, finalmente preguntó
- ¿Huyó cuandoiba a ser Reina? -
-No, ellas desaparecieron antes, poco antes de la muerte del Rey Louíëz, a los 3 años murió la Reina Isil, y al trono subió su primo Jhoël Onccor, pero desde entonces el Reino está decayendo -
- ¿ Por qué? -  preguntó Cristian  intrigado
- Porque su consejero de cabecera es nadie más que Oklant Montesori - dijo con rabia - te apuetso a que lo está envenenando y hará lo mismo con su hijo Hrobrekt, esa alimaña no descansará hasta haber matado a todos los Onccor! y ahora tienen a mi Shanti -
De nuevo rompió en llanto, lloró durante unos minutos y se detuvo de repente, levanto la mirada y miró a Cristian con una expresion que no hizo más que intimidar al muchacho.
-Tú! - dijo exaltado
-¿Yo qué? - preguntó Cristian echándose un poco hacia atrás con temos
- Tú eres el legítimo heredero del trono de Haëdkríëk!! -
Aunque por lógica hubiera podido deducir eso desde el principio, no lo había pensado hasta ese momento, y todo tenía sentido, por eso lo perseguían a él también. La congestión de ideas en la mente de Cristian no se hizo esperar, aunque el ermitaño gritaba yreía y bailaba con el perro, Cristian apenas lo notaba, su mente estaba funcionando a toda su capacidad y apenas si eprcibía lo que pasaba a su alrededor, en ese momento, por más humilde que fuera la cabaña, le parecía ostentosa, por la forma en que el Ermitaño ahora lo miraba, y Cristian sólo quería estar en su cuarto, con Darío y el pequeño Juan.

domingo, 30 de mayo de 2010 en 22:22 , 0 Comments

9. El Escape

los muchachos se miraban entre ellos con nerviosismo mientras Amalia hablaba de lo inútil que le parecía aquél cuadro.
- Ganas de desperdiciar pintura - decía - mientras que a veces pintaba de una forma tan espectacular esos parajes y ciudades de antaño, a veces también derrochaba su talento en algo tan inútil como un buzón-
- Tal vez para tí sea inútil y sin sentido pero puede que para ella tuviera mucho significado - le respondió Darío al notar la cara de Cristian mezcla entre enojo y decepción de su abuela.
- Nunca llegaremos a entender el pensamiento de un artista - añadió Leonardo- tal vez el único que puede darle un significado aprozimado es Cristian, al fin y al cabo él también pinta, ¿cierto Cristian?, ¿Cristian?
El muchacho reaccionó volviendo en sus pensamientos.
-¿Ehh?  ahh si -
La mujer se enfrascó entonces en una discusión con leonardo de la que Cristian apenas si se daba cuenta, Cristian se había distraído un segundo antes al darse cuenta que un sujeto los miraba desde el otro lado de la galería fijamente, fuera quien fuera no le daba muy buena espina. El sujeto vestía un traje de corbata negro, camisa blanca y tenía el cabello peinado con gel, echado todo hacia atrás, había girado bruscamente hacia los cuadros cuando se dió cuenta que Cristian había percibido su presencia, se empezaba a poner nervioso y jugueteaba con sus dedos, una razón más para desconfiar de aquél sujeto, ahora miraba un grupo de niños que entraban a la galería, parecía una visita de un jardín infantil, Cristian no pudo evitar pensar para sí mismo: "Vaya, mi madre realmente trascendió de alguna manera". Giró para ver al sujeto el cual ya no estaba. Codeó a Andy.
-¿Qué?- musitó Andy el cual también se había incluido en la discusión de arte de Leonardo y Amalia.
- El de corbata - respondió Cristian buscando al sujeto con la mirada - creo que nos está vigilando, y ya no está-
- ¿Cuál? - preguntó Andy - ¿Ese? - y señaló al hombre que estaba un par de metros más cerca, pero cubierto por una de las mujeres que llevaba a los niños.
- Sí, ése!! - contestó Cristian poniendo pies en polvorosa - ¡Vámomos! Rápido -

Darío los había estado oyendo, y miró a Cristian con una expresion inquisitiva, el muchacho no tenía tiempo de respodner preguntas, una fea sensación se apoderaba de él, era miedo, auténtico miedo, Se alejó rápidamente y de forma más o menos disimulada, Andy y Darío lo siguieron al mismo paso, Darío llevando al pequeño Juan en brazos, Amalia y Leonardo seguían discutiendo y los seguían a paso lento, absortos en lo propio y sin la menor idea de lo que ocurría al rededor, el sujeto de aspecto sospechoso también tomó la misma dirección de ellos, lo cual alertó a Cristian por lo que comenzó a trotar levemente hacia la salia, el suejto entonces hizo lo mismo pero tropezó con uno de los niños que visitaban la galería, entonces sacó un radio y habló.

- Fásten, oíëhrunzh! - dijo mientras empujaba al niño fuera de su camino.
Cristian no pudo entender lo que dijo, pero la actitud del hombre bastaba para saber que alertaba a más sujetos, y que claramente iba tras ellos. De inmediato salió corriendo de la galería, los demás hicieron lo mismo, Leonardo y Amalia dándose rápidamente cuenta de la tentativa de escape se unieron aunque no entendían muy bien por qué, aunque en el fondo, Leonardo lo intuía. La anciana comenzaba a quedarse atrás, y Darío le entrego a Juan a Cristian jutno con las llaves del auto y regresó por la mujer, que venía jadeante sostenida de Leonardo, Andy entonces señaó a su izquierda, de la casa salían al menos unos tres hombres con el mismo aspecto del primero, y se preparaban apra encerrarlos.
El escape fué difícil, corrieron hasta la entrada del conjunto donde no veían ningun guardia y siguieron la carrera, estaban dejando atrás a los sujetos que les perseguían, Andy y Cristian cruzaron la calle apresuradamente, y se giraron para apurar a los demas que seguían rezagados, esta vez Darío había tenido que hacer uso de su fuerza y cargar a Amalia en brazos hasta la puerta, en ese momento el semáforo cambió y los autos bloquearon el escape de los familiares de Cristian y de Leonardo, el cual no hacía más que hacerles señas a Andy y a Cristian para que se fueran y los dejaran atrás, acción que los muchachos se negaban a hacer, hasta que vieron cómo los hombres que los eprseguían se acercaban rápidamente a la puerta de entrada y otros más salían prácticamente de la nada a hacerles la encrucijada a los dos muchachos que habían cruzado la calle.
Era entonces momento de desiciones rápidas y acertivas, aunque era evidente que Darío, Amalia y Leonardo estaban totalmente arrinconados, los dos muchahcos podían escapar aun, los segundos pasaban lentos en comparación con la tormenta de ideas que asaltaban a Cristian en ese momento, podía huír, al fin y al cabo lo estaban buscando a él, podían perfectamente dejar ir a sus amigos a su tío y a su abuela, por otra parte, no sabía qué tan inhumanos podrían ser aquellos sujetos, ¿ Secuestrarían a sus conocidos? ¿ Harían un intercambio? ¿ellos por él?, podrían chantajearlo  fácilmente, Cristian estaba a punto de quedarse, y afrontar a todos los sujetos, cuando se dio cuenta lo que Darío le estaba tratando de decir, entonces miró sus propios brazos, ahí estaba un muy confundido Juan, un  nño que apenas entendía que algo malo apsaba, con una expresión que auguraba un no muy tardío llanto, entonces corrió, y corrió más rápido de lo que nunca había corrido jamás, no lo hacía por abandonar a sus amigos, tampoco por salvar su propio pellejo, Juan era lo único en lo que pensaba entonces, era lo único que quedaba además de recuerdos, de lo que Diana fuera tiempo antes, si no podía salvar eso, no podría considerarse digno de seguir viviendo. Mientras pensaba en todo esto, sentía que los sujetos lo perseguían: - debieron ya haber cogido a sus familiares e incluso a Andy, y ya vienen por mí - pensaba él mientras seguía corriendo hasta el parqueadero donde Darío había dejado el auto, entonces la vió, o la sintió mejor dicho, poco después la empezóa  ver, Cristian corría en andenes de cuadras excesivamente largas, condominios de casas pegados unos a otros, al menos un kilómetro cada cuadra, una pared a su derecha y árboles y calle a su izquierda, y en los árboles "eso", lo podía sentir y de vez en cuando lo podía ver, era una sombra, rápida y sinuosa que brincaba de rama en rama a una velocidad impresionante, perseguía a Cristian, y lo iba a alcanzar si este no hacía algo, entonces, Cristian vió la bahía y ahí a unos doscientos metros el auto azul de Darío, corrió entonces a más velocidad todavía, sentía que podría ahber ganado cualqueir competencia de velocidad, y luego sintió qeu incluso le iba a ser dificil parar, abrazó a Juan que comenzaba a llorar en ese instante y se dejó ir de lado para chocar contra el costado del auto, sacó las llaves rápidamente y cuando las introdujo en la cerradura, lo alcanzó, y lo tomó por detrás.
- Rápido Cristian, nos siguen de cerca -
Era Andy!! un jadeante y sudoroso Andy venía detrás de él, se subieron entocnes al auto y arrancaron.
Cuando llegaron a la casa de Cristian, este se echó a llorar, no sabía qué respodnerle a juan que todo el camino había preguntado el paradero de su padre, se detuvieron cinco minutos frente al porche de la casa, en un silencio roto solo por el sollozo de Cristian, cuando se calmó entraron, Andy fue el primero en gritar, seguido de Juan, ahí estaban Darío y Amalia tomando café con Leonardo, el cual estaba preso de los nervios y un par de policías sentados, al parecer, justo antes de ser alcanzados, Amalia hizo lo más razonable que haría una señora a quien persiguen y que se ve obstaculizada por un semáforo en verde: Tomó un taxi, y de esa forma habían escapado de sus perseguidores, habían ido a casa, ansiosos de que Cristian y Andy pudieran haber escapado también, no sin antes pasar por una estación de policía e informar lo sucedido.
Aunque Cristian estaba totalmente agradecido con la vida, y con la inteligencia de Amalia estaba algo inexpresivo, se levantó, y se marchóa  su estudio, de donde sacó uno de los primeros cuadros que había hecho en el curso de pintura y se puso a retocarlo, era un paisaje, y en últimas pintó una cabañita de madera en medio de aquél valle, la terminó, se quedó mirandolo, y volvió a romper en llanto, esta vez de una forma un poco atacada, hasta que escuchó de nuevo la voz.
- Concéntrate, concéntrate -
-¿Que me concentre en qué? - gritó Cristian con rabia sin levantar la mirada, la voz respondió, esta vez detrás suyo:
-Bien, ahora, cuéntame, qué te  pasa muchacho? -
Cristian se dió la vuelta y seencontró entonces con un sujeto alto y moreno, con una cabellera que le caia en cola un poco más abajo de los hombros y que se levantaba de la orilla del lago, el cual estaba algo agitado por la inmensa caída de agua que tenía al otro extremo.

lunes, 19 de abril de 2010 en 21:21 , 0 Comments

8.La Galería Onccor

La puerta del estudio se abrió y apareció la silueta de Darío con una taza en la mano, estaba inusualmente oscuro, entonces Cristian se dio cuenta que la luz estaba apagada y que había anochecido por completo, dedujo entonces que se había vuelto a quedar dormido en el taburete de pintar, no le gustaba esa nueva manía suya, el taburete no era algo así como muy cómodo que digamos, como para que Cristian se estuviera durmiendo ahí cada nada.
Darío se sentó en el taburete de al lado, y le ofreció la tasa humeante, era café, muy cargado
- Te estaba buscando, no te había visto aquí sentado, ¿qué hacías? -
- Pensando, solamente - contestó el muchacho apesadumbrado
- ¿Por qué tan pensativo últimamente? - Inquirió Darío tratando de ser amable
- Muchas cosas, mi familia, mis amigos, todo - dijo Cristian mientras se trataba de enderezar, la espalda le dolía terriblemente.
- Cálmate, ya verás que todo pasará, por ahora vé y trata de descansar, creo que cometí un error al traerte café, deberías dormir - dijo Darío con un aire más paternal todavía, se notaba que hacía un gran esfuerzo el pobre hombre, no le estaba tocando fácil
- Sí, creo que será lo mejor - respondió Cristian mientras se levantaba y entrecerraba los ojos para que la luz no le molestara. - Gracias -  dijo finalmente con una cara que expresaba el enorme cariño que le había cogido a Darío. Subió las escaleras y entró en la habitación, se sentía muy cansado para ver por donde estaba caminando así que casi se tropieza con su ventana que estaba abierta, la cerró, y miró la calle, estaba desierta y fría, era un día nublado así que no podía ver el cielo, se alegró entonces de tener su retrato de la luna, el cual había colocado sobre su cama, si no podía ver el sol en las mañanas al menos podría ver la luna al despertar, se cambió de ropa y se metió entre las cobijas, le parecían más pesadas de lo normal, se quedó mirando el retrato de la luna, tan apacible, con cientos de estrellas titilando a su alrededor, parecía que bailaran con la suave melodía de la brisa que pasa por los árboles, y entonces, la escuchó, sabía que había oído eso alguna vez, de la misma voz, pero no recordaba dónde, parecía no haber sido hace mucho,¿ era la voz de Leonardo?no, ¿la de Andy? no, por supuesto que no, sonaba mucho más madura, pero ¿qué decía?
no lograba entenderlo, aguzó el oído, la voz repetía la misma palabra con un tono muy bajo, casi arrullador...
- Concéntrate ... concéntrate... -
Cristian giró hacia la voz, la luna no era suficiente para iluminar la escena, menos ahora que estaba siendo cubierta por nubes, Cristian pensaba
- Momento , ¿habían nubes en mi cuadro? - no tenía tiempo para detalles así, necesitaba saber de quién era la voz que oía, estiró la mano para palpar delante de el en caso de aproximarse a un árbol o algo con lo que se pudiera estrellar, y de inmediato sintió cómo sus dedos se hundieron en algo peludo.
¡¡Buuum!! Cristian se echó hacia atrás rápidamente y se cayó de su cama, estaba tendido en el suelo, estaba empapado en sudor, y el corazón le latía rápidamente, se encontraba pensando en qué espantosa pesadilla, y en que en su mano aun sentía el tacto de algo peludo y tibio, cuando se fue a levantar para acostarse en su cama nuevamente, escuchó el rozar de las sábanas, había algo encima de su cama, ¡y se estaba moviendo!, el corazón se le volvió a acelerar, aguzó el oído mientras miraba bajo su cama algo que le pudiera ser útil, encontró un viejo equipo de golf que le habían regalado de pequeño y de ahí tomó un bastón, se preparó psicológicamente y se levantó de golpe para enfrentar a...

-¿El gato? - dijo Cristian en voz alta, el minino se limitó a torcer algo la cabeza y mover la cola haciendo una S con ella, sus ojos seguían fijos en el muchacho que mantenía el bastón de golf en alto. Seguramente se había metido por la ventana y se había quedado con él hasta ese momento, aun así no le inspiraba mucha confianza a Cristian y tras abrir la ventana y manotear mucho, logró que el gato saltara desde el alféizar , aunque lo hizo de la forma más calmada posible, tan imponente como sólo un gato puede serlo, parecía más sedición de el minino marcharse por su propia cuenta que hacerlo por el alboroto que el muchacho estaba haciendo en su honor.

Cristian no pudo volver a dormir, así que tomó el libro de su tía y se dedicó a leer, leyó sobre historias, guerras, alianzas y criaturas que rondaban todo el territorio del reino de donde venía su familia, le gustó mucho una historia en especial, hablaba de una guerra en la que lucharon centauros, parecía más un cuento de hadas que una historia real, pero eso no impedía que Cristian fantaseara con centauros recorriendo una pradera, siempre le habían llamado la atención, y si existían en alguna parte le gustaría mucho verlos. Cristian entonces se levantó de la cama, bajó las escaleras sigilosamente hasta el estudio de pintura y dibujó un centauro, lo pintó con sus patas y su lomo café y su torso blanco, el cabello negro que le caía hasta los hombros y una barba ligera que le cubría el mentón, se veía imponente, mientras le daba los últimos toques a la escena, el sol salió e iluminó la estancia.
Cristian entonces se arregló y salió sólo a la casa de su abuela.
Habló con ella mucho rato, le inspiraba más confianza el hecho de que ese día no llevaba puesto el dichoso medallón, pero aun asi no podía estar seguro de que no estaban oyendo lo que hablaban, claro que hablaron de muchas cosas, variadas y diversas, hasta que entre una chanza y otra Amalia mencionó a los Montesori.
- He oído que andas pintando últimamente -
- Algo,¿ Darío te contó? - preguntó el muchacho
- Sí, el es un gran fan de tu arte, deberías llevarlo a la galería de tu madre, sé que pasarían un buen rato -
- ¿No era acaso una colección privada? - preguntó el muchacho
- Por lo que sé, Andrés, el hijo de Orlando exhibe la colección en su galería, en la que solía ser tu casa, algunos fines de semana, deberías averiguar si abren el próximo e ir - dijo Amalia - En cualquier caso me gustaría ir a mi también, no he visto esos cuadros en diecisiete años.
Las cosas estaban dichas, Cristian entonces habló con sus amigos y por más familiar que pareciera el viaje lo acompañaron, podrían ser algo incrédulos aun, incluso más que el mismo Cristian pero no podían dejar que su amigo visitara solo, o al menos solo con Darío y Amalia la casa de los Montesori, asi que cuando llegó el día fueron todos, llegaron a la casa poco después de las dos de la tarde, Darío llevó al pequeño Juan, y Amalia fue, luciendo de nuevo su medallón. Aunque Cristian no recordaba mucho de su vieja casa, le produjo algo de incomodidad verla de nuevo, aunque estaba reconstruida y más grande que las demás y tenía una parte atrás de la galería en obra, la entrada estaba marcada con una enorme M, como la del anillo que llevaba el sujeto de la visión de la bola de cristal en la casa de Shanti, la habitación no era muy grande pero si lo suficiente como para tener que dar dos pasos entre un cuadro y otro, y habían al menos 10 cuadros con la firma Onccor en el lado inferior, todos tenían algo que Cristian reconocía de sus propias pinturas, era una forma indescriptible de realismo, aunque claramente pintados, los cuadros parecían tener vida propia, habían un paisaje de colinas, una ciudad construida sobre una isla, una calle rodeada de palmeras,frente al cual Amalia dijo que le parecía una calle ejemplar para cualquier ciudad, habían pintado también un monumento repleto de estatuas que sostenían un asta bandera y otro tenía un caballo blanco muy hermoso, habían barcos, casas y toda clase de cosas en esas pinturas, finalmente llegaron al final de la Galería y los tres muchachos se quedaron atónitos, no era la primera vez que veían ese cuadro, era un cuadro vertical, de fondo azul, y un buzón en el primer plano. No era posible que fuera un duplicado o una réplica, tenía que ser el mismo cuadro que había desaparecido de la casa de Shanti

miércoles, 14 de abril de 2010 en 21:22 , 0 Comments

7. Los Montesori

La familia Montesori es una de las familias más antiguas conocidas en la historia de los mundos, refiriéndose su nombre incluso a textos élficos que datan de la tercera era, su llegada a Káturâ fue al rededor del año 4372 DT año en el que se instalaron en el reino de Fríëkríëk del cual fueron expulsados mil años después con lo que llegaron a Haëdkríëk, hoy en día es una de las familias más influyentes de Kunkmark estando instalados en koltbàn, en una mansión aledaña al castillo real, el cual frecuentan a menudo. Su lazo con el vampirismo los ha tenido bastante limitados en asuntos políticos aunque se han establecido como una de las familias más adineradas de todo el reino, actualmente parte de la familia vive en el mundo humano de Atlantâ donde también tienen reconocimiento social Amplio."

- ¿Montesori? - dijo Andy - me suena de alguna parte -
- Claro que te suena - contestó LAonardo - ¿no es acaso el apellido del que está construyendo ese centro comercial en Usaquén? ¿ Cómo se llama? ¿Orlando Montesori?-
- Si!, sabía que me sonaba de alguna parte - contestó Andy - mi papá está diseñando para el una parte de su casa que quiere ampliar, ese sujeto gana muchísimo dinero -
- ¿Sabes dónde vive? - inquirió Cristian
- Sí, vive en un condominio de casas, al norte de la ciudad, en Santa Bárbara cerca de la Avenida Caracas - contestó Andy

Cristian se dejó caer en el pasto con un suspiro de desilusión

- ¿Qué sucede? - preguntó Leonardo
- Ahí vivían mis padres - contestó Cristian apesadumbrado - creo, o al menos vivían en esa zona, pero creo que ese era el nombre del que compró la casa tras el incendio, mi abuela manejó todo ese papeleo...Mi Abuela!!! -

El camino no fue fácil, mucho menos para Leonardo y Andy que tuvieron que seguir a un muy apresurado Cristian por unos diez minutos, hasta que llegaron a la estación de bus.

- Coño! ¿qué rayos te pasa? - preguntó Leonardo mientras recuperaba el aliento.
- Mi abuela, hizo todos los negocios de la casa - contestó Cristian - si esos malditos querían un lazo con mi familia, la primera persona en riesgo es ella -
- ¿Aún tienes la carta que tu tía le envió? - Preguntó Andy
- Si, búscala en mi maleta, ahí está, ¿ por qué? -
- Déjamelo a mi - respondió Andy - creo recordar algo -

En ese instante el autobús llegó, y los muchachos se subieron y se sentaron, Andy ensimismado en el pedazo de papel que había sacado de la maleta de Cristian hasta que exclamó

-Aquí está!- Mira
"...quiero saber qué ha pasado de nuevo! ¿Cómo sigues de tu pierna?, ¿has vuelto a hablar con Orlando? quiero saberlo todo con detalles..."

- Le está preguntando por un Orlando - dijo Andy - ¿será el mismo? -
- Vamos a averiguarlo - dijo Cristian con una expresión de preocupación en su rostro

al poco rato llegaron al conjunto en el que vivía Amalia y entraron apresuradamente, la mujer les abrió la puerta con asombro, Cristian casi ni la saludó.

- Abuela, ¿tu qué sabes del negocio de la casa de mis padres?- preguntó con prisa
- No mucho, lo compró un sujeto con el que salí un tiempo - contestó ella - pero resultó ser casado y con hijos, ahora está muerto, y la casa la tienen su esposa y su hijo -
- ¿Cómo era su nombre? - Preguntó Cristian
- Orlando , Orlando Montesori - dijo ella con aire pensativo - ¿Encontraste a tu tía? ella solía hacer esas mismas preguntas -
- Si, pero qué saben ellos de tí, de mí de todos, ¿los conociste mucho? - siguió interrogando el muchacho
- ¿Quienes? - Dijo ella intrigada
- Los Montesori! - contestaron los tres muchachos al unísono.
- No, sólo con Orlando, eramos buenos amigos, de hecho él me regaló esto - dijo la anciana mientras tomaba en su mano el medallón que llevaba colgado y que mantenía su ojo abierto.
- ¿ Y sabes de qué murió? - preguntó Cristian con una aparente señal de preocupación en su rostro
- No, sólo sé que murió hace varios años ya, su fortuna la heredó su esposa, Blanca o Bianca, no recuerdo su nombre, y su hijo, Andrés Montesori -
- Gracias Abuela, sólo eso quería saber - dijo Cristian mientras les hacía un ademán a sus amigos para irse.

Se despidieron y salieron del apartamento pensativos, los muchachos dejaron a Cristian en su casa y se fueron a las propias, Cristian se quedó en el vestíbulo unos instantes, pensando, la voz de Darío interrumpió su trance.

- Te llegó una carta - Dijo Darío asomándose por la puerta - ¿ Quién es Carolina?, ¿alguna amiga de la que no me hayas hablado aún?-
- No, parientes que comienzan a aparecer, es la hermana de mi madre, ¿ Dónde está la carta ?-
- La dejé en la cocina, pero ven, necesito tu ayuda con unas cosas en el despacho, ¿podrías ayudarme? -

Cristian fue al despacho de Darío el cual estaba en el primer piso, y era donde mantenía todos sus libros y los diplomas que había conseguido, además de múltiples retratos de Diana, generalmente sólo estaba el escritorio y algunas repisas en las paredes además de un archivador en un rincón. La puerta estaba cerrada, Darío la abrió y entraron, todo parecía normal excepto que en lugar del escritorio había una mesa llena de pinturas y e el otro extremo estaba el caballete de Cristian y junto había otro caballete al menos el doble de grande que el primero, Cristian no lo entendía en un principio, y al parecer su cara lo expresaba claramente por que Darío dijo:
- Es tuyo, creo que ahora lo necesitarás más que yo, además conseguí lienzos de verdad y no los de juguete que tenías - dijo mientras sacaba del archivador un rollo de lienzos de al menos dos metros por uno de alto - Y pinturas, no te alcanzarán las que tenías -

Cristian no salía de su estupefacción, parecía un sueño, en medio de una pesadilla, ahora tenía su propio estudio de pintura, no pudo evitar que se le escurrieran las lágrimas por las mejillas mientras pensaba lo feliz que hubiera estado Diana de haber visto el estudio en el que se encontraba. No paraba de darle las gracias a Darío mientras exploraba todo, los cajones ahora estaban llenos de pinceles grandes y pequeños, chatos, gruesos, delgados, redondos, de colores, espátulas y cientos de cosas que el sólo había visto en televisión, todo debió haberle costado a Darío una fortuna!
El teléfono sonó ene se momento entonces Darío salió a atenderlo, mientras Cristian se sentaba en el taburete más grande y acomodaba un lienzo en el caballete, sacó las pinturas, el pincel y se dispuso a pintar, comenzó con un azul celeste, y poco a poco empezó a dibujar en el la silueta de una meseta que cortaba con el cielo, y en medio de la meseta una enorme caída de agua que bajaba hasta donde el lienzo llegaba, llenó las partes secas de la meseta con árboles del verde más bonito que encontró entre sus pinturas nuevas.

Pintando el cuadro se oscureció, así que se levantó admiró su obra y se fue a dormir, con una sonrisa en la cara que no podría describir con palabras, pocas veces Cristian se había sentido tan satisfecho de sí mismo, de la vida, de todo en General, iba pensando en un nuevo cuadro mientras subía las escaleras y entraba en su habitación, hasta que vio unos ojos amarillos que lo miraban fijamente desde el otro extremo de la habitación, Cristian se congeló en su sitio, tardó unos instantes en darse cuenta que no se trataba mas que del gato que había visto el otro día, que lo miraba burlonamente desde el otro lado del cristal de la ventana.

- Shú, largo! - musitó Cristian haciendo ademanes con las manos mientras se acercaba a la ventana, el gato no se movió, de hecho parecía que lo mirara con más insistencia que antes.
Cristian no era alguien fácil de impresionar, pero en casos como ese, pensaba él, no valía la pena dormirse con un par de ojos felinos mirándolo fijamente, así que como cosa rara, cerró las persianas, cosa que no le agradaba en absoluto, pues no había algo que disfrutara más que despertarse con los primeros rayos de sol que entraban por la ventana y le iluminaban la cara cada mañana, así que muy a su pesar, el día siguiente no despertó de esa manera, así que se despertó un poco más tarde, algo apresurado, pues tenía planeado ir con sus amigos a visitar a Shanti, tenía muchas preguntas que contestar, pues cada vez que Cristian pensaba en todo lo que había pasado los últimos días, su mente se volvía un atolladero de ideas que sinceramente no iban para ninguna parte.
Se bañó, se arregló, y bajo las escaleras, desde hacía rato sentía el olor a huevos fritos con tocino que la empleada llevaba cocinando desde que el resto de la familia se levantó.
Cuando entró a la cocina no notó el pequeño sobre amarillo que estaba sobre el mesón, pero sí lo notó cuando ya iba de salida, así que lo tomó apresuradamente, para leerlo en el camino.
Lo volvió a recordar poco antes de llegar a Chía, pero en lo personal, le parecía mejor, ya que con sus amigos al lado, sentía que podía soportar más noticias inesperadas como las que llevaba recibiendo desde la muerte de Diana.

Sacó el sobre, se aclaró la garganta y se dispuso a leer en voz alta:
" Querido Cristian
Me temo que nada es como antes, por algún motivo "ellos" supieron dónde estoy, la gente del pueblo dice que sujetos extraños me andan preguntando, así que temo que no dispongo de mucho tiempo, trataré de salir de aquí lo más pronto posible, a más tardar mañana en la tarde, y te enviaré una carta informándote dónde estoy, sé precavido, me temo que si me pudieron rastrear a mí, te puedan rastrear a mí, o peor aún, que te hayan usado a ti para encontrarme, en todo caso, eres tú el que debe cuidarse más, no te preocupes por mí, ya he escapado de ellos antes, podré hacerlo una vez más, recuerda que te quiero, y que cuentas siempre conmigo, así no esté cerca a ti, como ya te he dicho, se acercan tiempos difíciles, te envío un abrazo a ti ya tus amigos, Leonardo que desde el principio me mostró un aura inquisitiva, sería un gran vidente si consigue un buen maestro y Andy, valiente y capaz, Tulukno está con él, te dejo en sus manos, conserva también el libro que te dí, será tu guía desde ahora.
Te quiere
Carolina"


Los muchachos se miraron desconcertados, era muy lógico que si habían encontrado a Shanti, también habían encontrado a Cristian, Andy fue el que postuló la idea.
-Fue ese medallón, lo sé, lo vi parpadear - dijo con energía
- El de mi abuela? - pregunto Cristian
- Sí! es muy coincidencial no? una familia de vampiros habla con tu abuela le da un medallón que tiene u ojo, que curiosamente parpadeó cuando leías la carta de tu tía con la dirección y zas! la encuentran - respondió Andy con furia - Se cae de su peso, tu Abuela ha sido el chivo expiatorio de los Montesori durante todos estos años y están consiguiendo lo que buscaban -

Leonardo y Cristian se miraron con cara de pensar lo mismo que Andy.
Al poco tiempo, llegaron a la casita de Shanti, desde lejos ya se veía diferente, tenía las ventanas abiertas y las botellas que antes colgaban del techo ahora estaban en el suelo, cuando se acercaron más notaron que la puerta estaba abierta, asi que entraron apresuradamente.
La casa estaba completamente desordenada, la estatua estaba caída, y la bola de cristal rota en el piso, las sillas estaban regadas aquí y allá y parecía que hubiera habido una lucha en ese lugar, además, faltaban los cuadros de la pared.
Los muchachos temían lo peor.

Entraron en la habitación, y encontraron los cajones abiertos y su contenido revuelto, como si estuvieran buscando algo, pero la presencia de la ropa les informó a los muchachos lo que más temían.

-Parece que llegaron antes que nosotros - dijo Leonardo - y antes que ella se fuera -

En ese instante sonó un golpe afuera, y los muchachos se agruparon mirando hacia la puerta y Andy la empujó, todo aprecia en orden, cuando de nuevo el sonido los hizo dar un brinco, esta vez venía de afuera, salieron sigilosamente, y lo vieron, era un gato, un simple gato gris, Cristian sin embargo avanzó hacia él, el gato salió huyendo.

- ¿Qué sucede? - preguntó Leonardo
- Es sólo, ese gato - dijo Cristian - se parece a uno que ha estado por mi casa las últimas noches -
- Yo de ti no me fiaría - dijo Andy
- Yo tampoco - agregó Leonardo - con todas las cosas que hemos visto y oído en los últimos días, ni en un gato se puede confiar, vámonos ya, este sitio me da escalofríos, es muy obvio que no vamos a encontrar nada mas -

Los muchachos regresaron, y Cristian se encerró en su estudio de pintura, aunque no lo demostrara tenía rabia, tenía una ira con los Montesori muy fuerte, pero más fuerte aun era la rabia que sentía consigo mismo por no haber podido ayudar a su tía, o más bien por haber entregado a su tía en bandeja de plata, por el momento sólo pensaba en eso, y en que si su abuela tenía un medallón que le llevaba informes a los Montesori como una cámara, no sabía cuántos chivos expiatorios podrían estar rodeándolo. Mientras pensaba en eso miraba su cuadro de la cascada, tenía la esperanza de que la imagen lo relajara y se calmara un poco pero el efecto de la imagen no era del todo el esperado, pero después de un tiempo, cuando fué calmándose consecuencia del tiempo, sentía otra vez la extraña sensación que sentía con el cuadro de la luna, era casi como si sintiera el agua caer, y las gotas de agua que salían de la caída bañar suavemente su rostro como una brisa muy fría, y poco a poco, el sonido del agua, relajante, cayendo a borbotones por una caída de al menos 50 metros por debajo de donde estaba sentado él, y los grillos, que no se veían pero estaban presentes por toda la pradera que se extendía hasta donde a Cristian le alcanzaba la vista, De repente un sonido fuerte hizo que Cristian se sobresaltara.

viernes, 9 de abril de 2010 en 23:08 , 0 Comments